lunes, febrero 27, 2006

volver

-la bienvenida a la ciudad, al bajar de panamericana en márquez, luego de andar más de 400 km. desde Concordia, nos la dio un limpiavidrios callejero al grito de "guachín, guachín te limpio el vidrio". casi un guía turístico. bienvenidos a la ciudad, dijimos los cuatro al unísono. bienvenido al show, pensé.

-las playas de uruguay son mucho más hermosas que las de argentina. arena blanca y fina, agua transparente y cálida. el lugar donde más nos quedamos fue La pedrera (una semana). los otros lugares por los que pasamos alguna tarde o donde nos quedamos uno o dos días fueron Trinidad, Piriapolis, Maldonado, Punta del este, Punta del diablo, Aguas dulces, Cabo polonio y Montevideo. los uruguayos son calmos y amables. son muy detallistas ante cualquier consulta que uno les haga y a veces tanto detalle confunde. pacho, pablo, el tanque y yo, funcionamos perfectamente como grupo de convivencia. ni un roce, ni una discusión, sólo paz, todo paz. fueron dos semanas increíbles.

-milu, mi gato blanco, murió hace tres días. hacía varios meses que tenía el ojo izquierdo ensangrentado. supusimos que era a causa de las peleas que tenía a diario con los gatos vecinos y la llevamos al veterinario. le injectamos por dos semanas antibióticos y mejoró, pero en mi ausencia el ojo fue tornándose cada vez más rojo y el veterinario dictaminó cáncer. una inyección letal le dio muerte. al principio no me llevaba bien con ella, pero con el correr de los meses le tomé cariño y nos hicimos amigos. dormía en mi habitación y maullaba cada vez que llegaba a casa. la voy a extrañar. sam y chuli, los dos perros de la casa, están deprimidos y sienten la ausencia.
el axolote no se dio por aludido.

-hoy, el retorno al trabajo fue menos abrumador que lo esperado. en la hora de almuerzo, corrí los 9 km. que hago siempre, pero el ocio total de las vacaciones se notó en el cronómetro: de 41 minutos pasé a 48. espero recuperarme en una o dos semanas de entrenamiento. el 26 de marzo voy a correr 27 km. sobre montaña en Tandil. será duro.

-pronto será el regreso a la facultad. este año espero rendir varios de los finales que tengo atrasados de Letras y Edición, además de cursar. estoy con ganas.

-mi hermano regresó a Barcelona en mi ausencia y quién sabe cuándo lo volveré a ver.

-mañana, este blog cumple un año de vida.

sábado, febrero 11, 2006

de viaje

bueno, supongo que es una despedida, ahora ceno en casa, voy con hernán al recital de mi pequeña muerte, después al cumpleaños de pablo, me acostaré borracho cerca de las ocho de la mañana, me despertaré con dolor de cabeza a las 11, me bañaré, recibiré a mis familiares, disfrutaré de la reunión unas horas y partiré a lo de santiago justo para poner el bolso en el baúl, conectar la música y salir con rumbo a uruguay. con suerte podremos cruzar por gualeguaychú, sino por colón, dormiremos cerca de montevideo y a la mañana siguiente, veremos qué nos depara el destino. seguramente alguna playa. la idea es recorrer todo lo que podamos, sin quedarnos mucho tiempo en ningún lugar. ya veremos qué sale. felices vacaciones.

jueves, febrero 09, 2006

cosas desordenadas

anoche cenamos en casa con hernán y su novia. también vino la abuela, que me dejó unos poemas nuevos que escribió. tomamos unos vinos. tintos, el blanco no nos gusta mucho. jugamos a la generala y al chinchón. la abuela se hacía la canchera y le ganamos por afano. gaby sacó generala y fue la ganadora. además, charlamos mucho. temas personales. hace seis meses que cambié la forma de ver y disfrutar a mi familia y charlar de cosas tan personales con ellos no era normal, ahora sí, son charlas de amigos. amo a mi familia. lástima que no vino javi. antes llegaba a casa y me iba rápido a mi cuarto. me encerraba. era huraño. ahora todo lo contrario. el domingo es la gran reunión familiar y retrasé la partida a uruguay dos horas para poder saludar a todos y verlos al menos por un momento. en un momento papá me preguntó por N, y me dio mucha gracia que la llame así y no por su nombre. chau. felicidades.

Mi pequeña muerte tiene blog!


















http://mipequeniamuerte.blogspot.com

Este sábado 11/2 se presentan junto a Sub en la Castorera. Av cordoba 6237. El recital es a las 23hs! puntual!

Empujar los días

Consigna: leer el gran blog de Juan Incardona.

http://diasqueseempujanendesorden.blogspot.com/

La realidad dibujada

"es el blog que reúne 9 historietas semanales autobiográficas (más de una por cada día de la semana) : la realidad se vuelve viñetas para que usted lea desde su casa."

duda

miércoles, febrero 08, 2006

Cartas

I
Hace más de dos meses que estoy pensando en escribir esta carta. El problema es que, como sé que va a ser larga, me da fiaca comenzar a escribir, pero parece que hoy junté valor y me animé a sumergirme en este mar de palabras que de alguna manera buscarán resumir tantos años de distancia. Seguramente la voy a escribir de a poco, en distintos momentos. Espero que no se noten los cortes.

El otro problema es por dónde empezar. Y acá me puedo llegar a trabar, pero mejor saltar los obstáculos para permitir el avance. ¿Empiezo a contarte desde la última vez que hablamos? ¿Cúando fue la última vez que hablamos? ¿Hablamos o compartimos una charla social? ¿O empiezo por la última vez que recuerdo haber pensado en vos como alguien que formaba parte de mi vida? ¿Desde cuándo formás parte de mi vida? ¿Desde cuándo dejaste de formar parte de mi vida? ¿Cuándo se rompió la relación que teníamos? ¿Tuvimos alguna vez una relación luego de los desencuentros amorosos adolescentes que me conmovían y atormentaban? ¿O empiezo por la última vez que recuerdo haber sentido tu falta como mujer? ¿La recuerdo? ¿O mejor empiezo por cualquier lado y voy y vengo en el tiempo y me dejo llevar por los recuerdos? Sí, lo ideal va a ser pasear, como un compás, por los distintos rincones del mapa curvilíneo del pasado. Entrar y salir, recordar y borrar olvidos, traer y llevar, alisar y desentramar, subir y bajar. No!!! Esperá, ya sé. Tengo que empezar en el día del último beso, ¿te acordás? Una tarde de domingo en tu casa. Me acuerdo que con el Tanque hacíamos un chiste con dos títulos de cuentos de Roberto Arlt. Uno es “Noche terrible” (la noche del sábado me dijiste que querías estar conmigo, pero tomaste demás y te dormiste…) y el otro, “Una tarde de domingo”. Desde el final de esa tarde de domingo tengo que empezar. Tendré que recordarla.

Otra complicación es el tono. ¿Cómo te escribo? ¿Cómo recibís mi Voz? Me refiero no a mi tono de voz, sino a mi forma de hablar, a mis costumbres linguísticas, a cómo tenés que recibir cada uno de mis palabras. Ya te olvidaste de mi Voz. El mundo cambió, nosotros cambiamos, todo cambió, y también mi Voz. Pero eso no será tanto problema porque con el correr de la lectura te irás acostumbrando y el mensaje va a llegar satisfactoriamente.

También está la cuestión de qué decir, hasta dónde contar, qué nivel de detalle, etc. Pero mejor avanzar de una vez por todas.


II

Ese domingo amanecí impaciente: esperaba tu llamado. La noche del sábado me había dejado confundido y algo esperanzado. Paseaba mi adolescente humanidad por el salón de baile cuando, de repente, alguien me tapó los ojos con las manos, desde atrás. No lo dudé ni un segundo: el roce, el aroma, la suavidad, la sensación; eran tus manos. Creo que te lo dije sin que me lo preguntaras. Giré y nos encontramos frente a frente. Nos apartamos, balbuceaste algunas palabras persuasivas y finalmente, desapareciste. Al rato te vi tirada en la calle vomitando. Más allá del detalle poco sensual, lo que quedaba en limpio era la situación en sí. Unas horas después intenté despertarte, pero fue imposible. Lo único que alcanzaste a exclamar fue la promesa de llamarme al otro día. No podía esperar más de esa noche.

Pero volvamos al domingo. Ahora sí esperaba. Me acuerdo que hacía calor. El teléfono sonó y me tiré de cabeza al tubo. Sí, finalmente tu voz y la invitación a pasar una tarde de domingo en tu casa. Me monté en mi bicicleta y pedaleé los 10 kilómetros que nos separaban. Supongo que iba disfrutando del contacto del aire con mi cara y que dejaba que el sol me entibie la piel sin resistencia. Toqué el timbre y saliste con cara de buenas migas. Uno se da cuenta cuando las mujeres ponen esa cara. Es cuando quieren conseguir algo que sus facciones se curvan de una manera especial y el ojo entrenado lo advierte. Subimos a tu habitación, y ahora se me viene el recuerdo de tu habitación, tan tuya, tan oscura, pero al mismo tiempo con ribetes multicolores. Las paredes escritas por tus amigos, (seguramente también había alguna inscripción mía. ¿Se conserva igual el cuarto más allá de tu ausencia?) el olor a sahumerio, la atmósfera mustia, adornos extraños y no recuerdo qué cosas más. Tu habitación era tu espejo, era el museo de tu personalidad, era inhaprensible, inaprendible, se escapaba de las manos como arena. Imagino que yo estaba tonto y decía estupideces (suelo entorpercerme en estas situaciones, pero con los años gané algo de pericia, aunque no mucha) y vos tratabas de darle un poco de coherencia al encuentro. No recuerdo cómo, pero en algún momento de la tarde nuestras bocas se unieron en un beso. Tampoco recuerdo cómo era besarte, pero debía ser suave y áspero al mismo tiempo, lento y vertiginoso, tierno y violento. Yo estaba enamorado de vos y seguramente imaginaba el día después, no disfrutaba el momento al cien por ciento, sino que trasladaba la situación a días sucesivos al lado de mi amada; por eso, se me escapan tantos detalles. Salimos a caminar, nos detuvimos frente a un lote descampado y nos sentamos sobre el cordón. Nos besamos y charlamos. El momento no parecía real y no era culpa de mi endulzamiento; el cielo estaba despejado y lentamente fue tornándose anaranjado hasta cubrirse de una espesura negra. El aire pareciá no circular; el tiempo estaba detenido; creo que no había ruidos que quebraran el silencio de nuestros besos.

Esa tarde inventé un juego: el juego de los cíclopes, no sé si te acordás. Consistía en mirarnos de frente, pegando nuestras narices y eso generaba un efecto que hacía parecer que teníamos un sólo ojo. Esa no fue la única vez que lo jugamos. La otra fue en la casa de Pacho, en una noche de verano. Yo te pedí de jugar para mirarte de cerca y sentirte. Aceptaste un poco temerosa por algún arrebato de mi boca, pero hiciste bien en confiar en mí. Cuando prometo, cumplo. Sino, no prometo.

Ya con el sol puesto volvimos a tu casa. Creo que Bube iba a visitarte, con lo cual me dijiste que me fuera. Me acuerdo que me puse un poco pesado en la despedida y me costaba salirme de tu lado. Me dejaste bien en claro que esa iba a ser la última vez que estaríamos juntos y yo entendí, pero no quería entender. Prefería quedarme en la bruma de esa hermosa tarde de domingo, una de las más hermosas que recuerde. Finalmente, me subí a mi bicicleta (todavía la tengo) y me fui pedaleando bajo la poca luz que dejaban pasar las nubes que fueron poblando el cielo hacia el final de la tarde. Supongo que me fui pensando en el motivo de tu insistencia en que sería la última vez, en el porqué de las idas y vueltas del amor y en la razón del poder que tenías sobre mí. Claro que no llegué a ninguna conclusión, y aun siendo un jovenzuelo atontado me di cuenta de que hay cosas que no tienen explicación.

La verdad es que no recuerdo si finalmente empezó a llover, pero no estaría mal imaginar (o recordar imaginando) una llegada a casa bajo una lluvia intensa; después una ducha y más tarde un sueño feliz.


III

Te voy a confesar algo: conservo una foto tuya que es de antes del viaje, antes de tu transformación. Todos tenemos un punto de inflexión, un momento en el cual mutamos; se nos cae la piel y nace una nueva. El devenir, en realidad, es un proceso imperceptible que sólo se materializa después de la explosión, pero que se va materializando poco a poco en pequeñas líneas que van marcando los surcos que después serán el tramado principal. La foto la conservo de casualidad, creo; está adentro de los cuadernos que usaba hace varios años para escribir poemas. Después, dejé el papel por el teclado y no los abrí más, pero igual me acuerdo de la foto y también, varios de esos versos de memoria.

Antes, pensaba que la foto mostraba el momento justo antes del comienzo de tu transformación, pero ahora, recordándola, creo que en tus gestos ya se pueden leer esas líneas que van curvando y retorciendo la piel para que ésta se seque y finalmente, caiga. Se te ve de perfil, con el pelo suelto que cae por los hombros dejándote la mejilla libre y parece que sonreís, pero de una manera particular: es una risa mezclada con pena y dolor, pero una sonrisa al fin. ¿Una sonrisa amarga? ¿La mueca del cambio? No sé.

Lo que no recuerdo es cómo llego esa foto a mí. ¿Me la regalaste? ¿Te la robé? ¿Me llegó por accidente?


IV

No sé si las conservás, pero el año que viajaste a Europa por primera vez –por el Austausch- te escribí muchas cartas. En realidad, era un diario. Saqué la cuenta de cuántos días ibas a estar ausente (creo que eran algo así como cien) y te escribí todos los días un poquito. En el encabezado estaba el día del calendario y en forma sucesiva, el número de día desde tu partida. Ese fue un verano difícil para mí. Todos mis amigos se habían ido a recorrer el Viejo Continente, y yo me quedé en Buenos Aires. Pacho tampoco viajó, y si bien lo veía seguido, tenía muchos días solitarios. Ahí fue cuando empecé a fumar. Mi abuelo era un gran fumador (años después tuvo un paro cardíaco por causa del vicio y tuvo que dejarlo) y un día que vino a casa le robé algunos cigarrillos de su paquete de Benson & Hedges. Los guardé hasta una noche en que el recuerdo de la ausencia de mis amigos –y también la tuya, y más la tuya- me caló profundo y, como si fuera una especie de cura mágica, prendí un cigarrillo para superar las faltas, para cubrir los vacios. Estaba en mi balcón y me pareció más poético pitar mientras escuchaba alguna canción en mi Walkman. No recuerdo cúal era. Obviamente, tosí y me mareé. El sabor del tabaco me pareció horrible, pero a pesar de eso, lo apagué por la mitad y lo guardé para otra ocasión. Otras noches repetí el mismo ritual hasta que finalmente, me fui acostumbrando al humo.
Mis días se resumían en estar dos días de la semana en lo de Pacho y los demás, esperar a que me lleguen cartas de Europa. Por suerte, me llegaban muchas y me hacían sentir muy bien. La escritura salvaba la distancia. Ese verano escribí muchas cartas.

Lo que quería decir, era que no puedo imaginar qué cosas te escribía en esas cartas. Pensá que fue hace 8 años. Creo que si algún día las llegara a releer, me pondría a llorar de la emoción por encontrarme conmigo mismo, con mi sombra lejana que algún día supo caminar a mi lado, con mi destello juvenil que lentamente se fue apagando.

Recién hace un año (y no volví a hacerlo) pude dejar de fumar.

Canciones

Canción: El rey
Autor: Intoxicados
Album: Buen día


De vez en cuando, la vida te juega mal
y estás colgando de una soga
tu chica dice que no te aguanta más
y en tu cabeza pasan cosas.
Cuando estés triste ponete a pensar
que todo esto va a pasar
si hoy el día nublado te amaneció
mañana el sol podrá brillar.

Y este es un juego que sólo hay que jugar
te puede ir bien te puede ir mal
y lo más grande que te podés llevar es la amistad.

Algunas cosas hoy me salieron al revés
y nadie me pudo ayudar
me boxeo con la vida otra vez
ella me trata de noquear
de nada sirve que vos te reventés
cuando algo no te salga bien
tomate un tiempo y pensá con claridad
porque la solución en vos está.

Este es un juego que sólo hay que jugar
te puede ir bien te puede ir mal
y lo más grande que te podés llevar es la amistad.

Estás cantando frente a tanta gente hoy
y me doy cuenta que estoy vivo dentro de una canción,
cuando consigas estar a solas con vos
vas a ser el rey de un nuevo reino que recién se levantó.

lunes, febrero 06, 2006

días que se van
























Chocha y su madre, Cándida Pintos, en Mar del Plata, alrededor del año 50.


el martes pasado falleció la tia chocha (Concepción Bierschuwall), la hermana de mi abuela, a los 78 años. chocha se llamaba igual que su abuela. hacía varios años que tenía problemas con un tumor en el cerebro. Vivía en un geriátrico y la abuela y la tía chiquita se encargaban de visitarla todos los días. No fue una muerte inesperada, y tal vez por eso, la familia no estaba destruída. En el velatorio nos encontramos con un montón de familiares que no vemos seguido, o que en otros casos, ni siquiera conocíamos. Papá tiene como 10 primos, los cuales tienen hijos, con lo cual tengo como 15 primos segundos, muchos de ellos de edad similar a la mía.

Después del entierro, se estableció que el domingo 12, en casa, sería la primera gran reunión de todos los primos con sus familias. Se va a juntar mucha gente. Pero hay un problema: ese mismo día, por la mañana, me voy con los chicos de vacaciones y no voy a poder estar. Me apena mucho, pero no puedo posponer la partida. Igual mamá dice que no va a ser la última reunión, sino la primera.

vacaciones

el viernes es mi último día laboral. No voy a extrañar a la oficina, ni a sus pasillos amplios, ni a sus ventanales enormes y claros, ni a los autos que pasan sin cesar por la panamericana. Tampoco a mi escritorio, que es como mi segunda casa.

el domingo partimos con los chicos rumbo a uruguay. No tenemos un rumbo fijo. Sólo sabemos que vamos a cruzar el puente de gualeguaychú, que luego vamos a tomar la ruta hasta montevideo, que pasaremos la noche ahí, y que al día siguiente tomaremos la ruta que bordea la costa. Pararemos en los lugares que nos gusten, dormiremos en carpa si el hospedaje es muy caro, tomaremos sol, descansaremos, etc.

no sé que pasará con el blog. me dijeron que hay un programa que postea automáticamente, simulando el estilo del administrador, o sea yo. pero mejor dejarlo descansar también.

ahhh, los días de ocio.

por una cabeza

después de varios peluqueros de 5 pesos y mis experimentaciones con la tijera, opté por lo sano, y me rapé con la maquinita. tan mal no quedó, o por lo menos así me gusta pensarlo.

sábado, febrero 04, 2006

efectos secundarios

los efectos secundarios de haber visto una comedia romántica (A lot like love) son que me puse meloso y que tengo ganas de enamorarme.