domingo, mayo 08, 2005

Días que se van

Hernán:

A las once y cuarto de la mañana empezó la misa. La capilla estaba llena porque se dio la casualidad que hoy era no sé qué fiesta húngara. Creo que hace como cinco años que no iba a misa. Fue bastante aburrido. El cura era un gran tomador de vino y como tal daba la misa. Primero hizo una introducción indicando qué se celebraba y a quién estaba dedicada la misa. Nombró un par de nombres, a la Oma y al fundador de esa capilla que casualmente había fallecido en Budapest esta madrugada. Después vino el concierto de lectura de relatos bíblicos. Mamá leyó un pasaje del Evangelio. Entre cada acto había algún tema que cantaba el coro en húngaro. Más tarde el cura de acercó al centro del salón y desde allí profirió algunas frases que creo estaban para captar la fe de los más incrédulos y para reforzar la de los ya creyentes. Volvió detrás del mostrador y esta parte fue engorrosa porque era muy burocrática: dijo pavadas acerca de la hostia, del vino y demás hasta que por fin invitó a los que querían comulgar a hacerlo. Muy pocos lo hicieron. Pecadores! Por fin llegó la parte que hacía mención a la Oma. Dijo un par de cosas relacionadas con Jesús y María y tomamos la cajita con las cenizas de la Oma y la llevamos hasta arriba, al pequeño cementerio privado. Finalmente, introdujimos la cajita en un agujero, se tapó y terminó la ceremonia.

Llegó el almuerzo típico. Comimos un chucrut con carne bastante picante. Era muy rico. No me acuerdo el nombre del plato, era complicado. De postre Strudel. Tomamos vino y charlé bastante con papá, cosa que no hago seguido. En fin, fue un lindo día. Ojalá algún día vuelvas y podamos compartir estas cosas. Besos.