Herencias (genéticas)
Los abuelos y los regalos de casamiento.
En el mismo año (1954) en que los abuelos se casaron, Joseph Ertelt era dueño, junto con otros dos socios, del famosísimo bar La Perla de Caminito, La Boca. La abuela dice con nostalgia que su padre tuvo que abandonar al año siguiente el negocio, porque era agotador. En el barrio había varios prostíbulos y los marineros solían tomar el desayuno en el bar (y varias copas por la noche), que tenía que estar las veinticuatro horas abierto para maximizar la ganancia.
En la foto, los abuelos posan con los regalos de casamiento. Lo curioso (y desafié a la abuela a mostrarme los objetos de la foto, porque ella guarda todo y cualquier objeto en su casa tiene una antigüedad de cincuenta años) es que todas las cosas que les regalaron (salvo las pavas eléctricas que fueron siete y volvieron a regalar cinco) estaban en el comedor. El abuelo me trajo esos vasos para cerveza negros que se ven en la foto (y le dije a la abuela que el día que me mudara los quería de regalo), y más tarde la abuela me mostró el alhajero y los juegos de tazas de café.
Pero no sólo eso: la heladera, el calefón, los banquitos, el salero, los tarros de las especias, la vajilla; todo tiene alrededor de cincuenta años de viejo y lo mejor de todo es que guarda las recibos de compra. Para la abuela los recuerdos tienen forma y se tocan.
En la foto, los abuelos posan con los regalos de casamiento. Lo curioso (y desafié a la abuela a mostrarme los objetos de la foto, porque ella guarda todo y cualquier objeto en su casa tiene una antigüedad de cincuenta años) es que todas las cosas que les regalaron (salvo las pavas eléctricas que fueron siete y volvieron a regalar cinco) estaban en el comedor. El abuelo me trajo esos vasos para cerveza negros que se ven en la foto (y le dije a la abuela que el día que me mudara los quería de regalo), y más tarde la abuela me mostró el alhajero y los juegos de tazas de café.
Pero no sólo eso: la heladera, el calefón, los banquitos, el salero, los tarros de las especias, la vajilla; todo tiene alrededor de cincuenta años de viejo y lo mejor de todo es que guarda las recibos de compra. Para la abuela los recuerdos tienen forma y se tocan.
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