Días que se van
Hernán:
La Oma había expresado su deseo de ser velada con el cajón cerrado y así se hizo. Esto hizo que sea un velatorio menos triste, porque no había que ver todo el tiempo la imagen estática que muestra la falta. También fue menos triste porque fue en un club de la comunidad húngara en Palermo y era todo muy personal. Nada de gente extraña moviéndose por ahí. Una amiga de la tía Olga que es la presidenta de esa asociación nos mostró el lugar adonde van a descansar las cenizas de la Oma: subiendo las escaleras hay un cuarto adonde hay un montón de otras cajitas con sus respectivas marquesinas adonde están los nombres y las fechas de vida. Se puede ir en cualquier momento. La capilla adonde fue velada es simple, pero vistosa. Hay un cuadro de 2x2 adonde está San Esteban, el único rey de Hungría que fue beatificado por el papa. Yo no sabía, pero este santo es muy representativo de la fé húngara. Voy a ver si te consigo alguna imagen para que veas: es como un guerrero con una espada en una mano y una cruz en la otra. Es una mezcla entre Jesús y Mel Gibson en Corazón valiente. También fue menos triste porque estaban unos primos del abuelo (sobrinos de la Oma, hijos de Julio Nemeth) y hacía como 20 años que no se veían. Estuve hablando con uno de ellos y sabía un montón de detalles de esa rama familiar que ya te voy a contar. Me dijo que tenía guardado el pasaje del barco que trajo a Antonio Nemeth (nuestro tatarabuelo, el padre de la Oma) desde Génova para acá (no sé el porqué de esa escala). También tiene el certificado de matrimonio de los padres de la Oma. Mamá y los abuelos (y yo insistí) arreglaron para que pronto vayamos a visitarlos. A las doce de la noche la capilla cerró y volvimos hoy a las ocho de la mañana. A las once fuimos para el cementerio de Chacarita y lo único que hicimos fue llevar a la Oma hasta el sector de cremación. Ese fue el final. El domingo habrá una misa en conmemoración a la Oma en la capilla adonde fue velada.
Con el tío Bebe estuve hablando del abuelo Oscar y me dieron ganas de ir a la casa de la abuela Beba. Le propuse almorzar con ella y aceptó. Charlamos mucho y tomamos un vino. Me mostró muchas fotos (que me traje y tengo que digitalizar) y me contó muchas historias. El espíritu del abuelo estuvo todo el tiempo con nosotros. Se siente.
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