Días que quieren quedarse
Cuando entré a la habitación y vi a la Oma moviendo los pies con una ternura infantil y vi su cara mucho más recompuesta, suspiré y dejé evaporarse en el aire una sonrisa espontánea. La saludé y le dije que estaba muy contento por sus avances. Ya está respirando casi por su cuenta: el respirador artificial ya no está y en reemplazo hay una máquina que la ayuda respirar, pero el esfuerzo mayor lo tiene que hacer ella. Tiene la mirada muy lúcida y sus gestos son vivos. Hasta esboza sonrisas cuando algo le causa gracia.
Por otro lado, el diagnóstico de los médicos no varió: la Oma está mal, tiene un corazón débil y tiene muchos años encima. Pero ya no les creemos y la ilusión de que se recupere y pueda volver a su casa es grande.
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