domingo, marzo 20, 2005

Sábado, la noche

Hoy festejamos (en realidad mientras escribo se desarrolla el final de la fiesta) en casa el cumpleaños de la abuela Beba. Mamá, papá y las nenas estuvieron todo el día preparando las cosas necesarias para la ocasión. Yo, como de costumbre, mucho no colaboré, salvo por el hecho de haber cortado el pasto con el viejo.
La idea original era ir a ver el partido de Handball de los chicos con Pacho, pero cuando vino para acá, nos agarró fiaca y además empezaron a caer los invitados y finalmente la abuela (era una fiesta sorpresa).
El festejo no fue uno más: se festajaban los ochenta años de la madre de mi padre. (y del espiritú santo, amén) Mamá logró algo que no se conseguía hace mucho: juntar a varios integrantes de la familia –entre ellos la hermana de mi papá y mi prima, a quien no veía hace diez años- y la noche fue amena. Lo cierto es que una vez más estuve la mayor parte del tiempo recluído en mi habitación, lejos de todos. Lo charlaba con Pacho a la tarde: a veces (casi siempre) me ponen incómodo las reuniones familiares y más ésta en la que las preguntas iban a ser más insidiosas, por ser familiares a las que veo poco y nada.
Pacho se fue a las nueve y yo le dije que no iba a salir con los chicos, sino que me iba a quedar en casa. Eso hice.