viernes, mayo 13, 2005

Días

Hace un rato llamé a N. Me puse a mirar fotos viejas, cartas viejas y quebré. Yo quería tener una charla sincera, sin discusiones y sin reproches, pero ella se negaba a encontrarse conmigo. Pero parece que entendió el punto y recién tuvimos una conversación como yo quería (pero telefónicamente, no personalmente). Hablamos bien, casi como cuando estábamos juntos. Creo que el llamado me hizo bien. Le dije que en definitiva todos podemos equivocarnos y lo que ella me hizo forma parte de los errores que se pueden cometer. No es ella una mala persona y lo respaldan los cuatro años que estuvimos juntos. Me dijo que sí, que había estado muy mal y que me pedía disculpas. O sea, ella ahora es libre y yo no puedo pretender que ande pensando en mí ante cualquier cosa que quiera hacer. No quiere compromisos, no quiere depender de nadie y yo sólo puedo aceptarlo. Esto no significa que ahora, después del llamado, esté bien. El dolor sigue y supongo que seguirá por un tiempo más, pero lo importante va a ser no empecinarme en estar mal. Tengo que volver a enamorarme de las cosas que me gustaban hacer. Tengo que ponerme las pilas con los estudios, con el laburo, con mis amigos. Tengo que salir como sea de este pozo que me va a destruir. Y yo sé que puedo salir, que la vida no acaba, que con N o sin N tengo que seguir viviendo y que si vivo pendiente de su recuerdo todo va a estar mal. Tal vez algún día volvamos a estar juntos, pero por ahora no existe esa posibilidad, así que si el disco sigue girando del mismo lado, es mi culpa.