martes, junio 14, 2005

Sábado, la noche

Agotados por el cansancio mental y físico que representa hacer compras, llegamos con Pacho a su casa y nos dispusimos a comer los manjares que sobre la mesa había en homenaje al cumpleaños de su hermano y de su prima.

Fue como una cena de las viejas épocas, cuando en verano yo dormía más veces en la semana en su casa que en la mía y siempre me tocaba estar para alguna reunión familiar. Y claro, esta costumbre se trasladó también a la adolescencia y es, todavía en la actualidad, la casa de Pacho, el centro de las reuniones.

Me dormí como a las tres de la mañana.