Sábado, la noche
El sábado me levanté temprano y miré tenis hasta el mediodía. Después de almorzar, dormí una siesta hasta las seis, cuando me tuve que levantar para ir a jugar al paddle con Pacho. Cenamos en casa (pizza hecha por el viejo) y a las doce salimos con SK y Laucha. Fuimos (por la insistencia de SK) a Las Cañitas y dimos vueltas como una hora hasta encontrar un lugar que no estuviera ni tan lleno ni tan vacío, que no fuera ni tan ruidoso ni tan silencioso, que no fuera ni muy caro ni muy barato, y que no fuera ni tan íntimo ni tan amontonado. En una de las calles laterales (no tan concurridas) encontramos un bar, que desde afuera Laucha comparó con un geriátrico, y entramos. Penal Uno, se llamaba y era como una casa en forma de chorizo con unos sillones, unas mesas y una pileta en el fondo. Ahí, bajo una luna luminosa, acampamos y tomamos unas cervezas mientras charlamos.
Como a las cuatro, Pacho, Coco y yo decidimos irnos (porque la idea de hoy es estudiar) y Laucha y SK se quedaron esperando a que lleguen los otros chicos (tarde como siempre) para ir a bailar o algo así.
Hoy amanecí nuevamente temprano y ví la derrota de Coria ante Nadal.
Como a las cuatro, Pacho, Coco y yo decidimos irnos (porque la idea de hoy es estudiar) y Laucha y SK se quedaron esperando a que lleguen los otros chicos (tarde como siempre) para ir a bailar o algo así.
Hoy amanecí nuevamente temprano y ví la derrota de Coria ante Nadal.
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