lunes, agosto 01, 2005

sábado, la noche

El sábado a la noche no salí porque al otro día me tenía que levantar temprano. Javi decidió saltar en paracaídas y quería que esté toda la familia presente en ese momento. Así que nos levantamos todos a las seis de la mañana del domingo y fuimos al Aero Club de La Plata. Primero nos juntamos en lo de los abuelos y nos repartimos en los autos.

La gran incógnita era el clima: con niebla el avión no podía despegar y lo único que se veía en el cielo era niebla. Igual nos movilizamos y después de una hora de viaje llegamos a destino. Los pilotos le dijeron que se quedara tranquilo porque seguramente se iba a despejar para la tarde. El problema era que recién eras las diez de la mañana.

De casualidad, en ese mismo lugar, había una pequeña exposición de autos, con lo cual, había mucha gente, autos para mirar, un puesto de choripán, una cafetería y la espera, en vez de ser tediosa, se convirtió en una salida de esparcimiento familiar. Jugamos al pool, jugamos unas carreras en una pista de Scalectric (pista de autos), almorzamos. El abuelo tenía ganas de tomar una copa de vino, pero como no lo vendían suelto, tuve que comprar la botella entera. El vino era tan malo que no pudimos terminar el litro. Encima venía envuelto en un hermoso papel rojo que hacía ver prometedor el encuentro con el paladar. Nos causó mucha gracia.

Finalmente, como a las dos de la tarde, Javi subió al cielo y desde dos mil metros de altura, se tiró al vacío. La experiencia le encantó. En el video se lo ve volando con los brazos abiertos y con cara de felicidad. Cuando aterrizó, vomitó lo poco que había comido. Yo podría haberme tirado, pero finalmente no junté el valor suficiente.