domingo, mayo 08, 2005

Himno de Hungría




Bendice al Húngaro, Señor,
que la abundancia sea consigo;
que halle tu amparo protector
cuando se enfrente al enemigo;
que deje atrás su adverso hado,
y vea su trigo al fin maduro
este pueblo que ya ha pagado
por su pasado y su futuro.

A los Cárpatos condujiste
nuestros ancestros, y, a su luz,
horizontes nuevos nos diste
en la sangre de Bendeguz.
Y donde la corriente pasa
del Tisza y del Danubio, has hecho
perpetuar a la noble Casa
de Árpád, por siempre en nuestro pecho.

Tú convertiste en mar dorado
las mieses de nuestra llanura,
y del Tokaj has destilado
la vid en su esencia más pura.
Por ti nuestra enseña flameó
sobre el turco fortín agreste
y a Viena en su empuje arrolló
de Matías la negra hueste.

Pero cuando nuestros pecados
te hicieron tronar de furor,
nos llegó en tus rayos sagrados
la pena, el llanto y el dolor.
Primero enviamos te plugo,
del Mongol los dardos acerbos;
después, del Turco bajo el yugo,
esclavos fuimos más que siervos.

¡Cuántas veces, sobre el montón
de nuestros muertos insepultos,
de Osmán la ciega presuncion
nos llenó de oprobio e insultos!
¡Y cuántas, desdichada Hungría,
tus propios hijos convirtieron
en urna funebre y sombría
el mismo seno en que nacieron!

Por más que el fugitivo huyera,
la cruel espada hasta él llegó,
sin que patria encontrar pudiera
en la tierra que lo engendró.
En la montaña o en el llano
hay en sus labios sólo hiel.

A sus pies, de sangre un pantano;
un mar de llamas sobre él.
Aquí entre estos muros, en donde
antes reinaba la alegría,
ahora el infortunio se esconde,
ayes se escuchan noche y día.
La libertad se extingue; muere
la patria entre espinas y abrojos.
Ahora es su canto un miserere,
un río de lágrimas sus ojos.

Piedad del Húngaro, Señor
juguete de encontrados vientos.
Tiéndele un brazo protector;
haz que terminen sus tormentos.
Que quede atrás su adverso hado
y vea su trigo al fin maduro
este pueblo que ya ha pagado

por su pasado y su futuro.