jueves, junio 09, 2005

Diarios viejos

Domingo 29 de Agosto de 2004
por la tarde


Un día más. Necesito un día más para escribir los detalles de la llegada de Hernán y además, para ordenar un poco mis ideas.
Abrí la puerta de casa y me recibió él. Nos abrazamos. El abrazo de un hermano mayor es siempre protector para un hermano menor. El está igual. Se lo ve feliz. El pájaro es feliz en su libertad. No está más grande ni más adulto. Diría que está más joven y con más ganas de comerse al mundo que nunca.
La familia está completa. Los viejos están como en un sueño. Su hijo volvió, a pesar de que no sea para quedarse. Papá habló mucho mientras estábamos en la mesa. Mamá estaba más callada, pero no menos alegre. Florencia está como ensimismada, pero menos de lo que yo esperaba. Verónica se siente más protegida: todos sus hermanos están para cuidarla. Los abuelos también regalan sonrisas. La tía, menos demostrativa, se siente mejor, ya que Hernán es como su hijo. Javier está feliz por poder abrazar a todos sus hermanos menores. Yo...Yo siento que volvió una parte de mí, Hernán es, además de mi hermano, mi parte no realizada, el otro camino de mi vida que nunca voy a tomar, pero que me gustaría haber elegido. El es yo en otra dimensión. También es un retorno a tener a todos mis hermanos en casa.
En realidad, hubo una pequeña discusión: mamá se puso mal porque Hernán no se iba a quedar a dormir en casa, sino que iba a ir a lo de la novia. Pero después, se recompuso todo.
La familia entera está feliz de una vez y para siempre, aunque él se vuelva a ir y no regrese jamás.
Necesitaba un día más para digerir el retorno. Un regreso es siempre, para el que regresa y para los que ven regresar a esa persona, algo conflictivo. El que regresa recupera imágenes, sabores, aromas, recuerdos, calles, momentos y los que ven regresar, también recuperan todo esto, pero de otra manera. Yo recupero mis recuerdos al momento que él estaba en Buenos Aires. Me recupero pero sólo para ver que no puedo recuperarme, que la vida va yendo por caminos y que a veces uno no puede manejar la dirección que quiere.
Claro, puedo simular recuperarme abandonando todo lo que tengo y tratando de imitar mi estado anterior. Pero ya nada puede ser igual. Los cuerpos, los recuerdos, los lugares van cambiando. Es algo natural. Es algo propio de la historia y de la historia de los hombres y de mi historia. Además, no es que no esté contento con mi presente, aunque si hay cosas que debería cambiar, sino que simplemente uno va haciendo balances sobre la propia vida y rememora tiempos pasados como mejores, aunque esto no sea así.
En un rato papá va a hacer pizza. Va a venir N.
Recién le mostré a Hernán las primeras líneas del diario. Le dije que terminaba hoy. No le di muchas explicaciones, ni preguntó: sospechó que este diario tenía que ver con su retorno. Le dije que se lo iba a mostrar cuando termine de pasar todo a la computadora.
Me cuesta poner un punto final y terminar de dibujar este mapa. La escarcha del invierno se derritió casi en su totalidad y los aromas y las luces de la primavera van ganando espacio. El paisaje será otro.
Todavía hay luz.