miércoles, octubre 12, 2005

Literatura y amor

-Martín, no quiero seguir más.

Y se me cae el techo encima, las paredes me comprimen y escupo sangre por la boca. Una vez más, gracias a mis errores y a mis libros, quedo al borde del abismo. De ese abismo que no tiene regreso, del que no hay posibilidad de regreso, de ese pozo infinito y eterno.

Una lágrima brota de sus ojos y cae lentamente por su mejilla. La imagen es poética y pienso que si me voy a mudar al abismo, lo mejor sería irme con el recuerdo de esta última escena. Respiro hondo y grabo en mi recuerdo el olor de su respiración, la miro fijamente y retengo sus ojos color miel, también me guardo ese mechón de pelo que cae dócil por su frente y embellece su rostro.

-Martín, voy al baño.

Mientras persigo su andar pienso que sería mejor poner música y darle un tono más artificioso a la despedida. En las despedidas tiene que haber música. Pienso en Melero.

“quiero entrar, en tus cosas revisar, abrir cada cuaderno y dejarlo en su lugar / y buscar en tu libro de secretos del mar, darle cuerda a tus juguetes y verlos funcionar”.

Así estaría mejor. En el abismo voy a necesitar, además de los recuerdos, una melodía que me ayude a pasar las horas.

Vuelve con el pelo un poco más desordenado. Finalmente, no puse música. No sé porqué preferí el silencio, las respiraciones jadeantes, el rodar de las lágrimas. Tal vez, porque el eco de mi voz en el abismo sería insoportable. Mejor callar por toda la eternidad.

-Martín, no quiero seguir más. Decime algo.

Digo que si nos amamos tenemos que estar bien y tratar de entendernos y salir adelante. Y mientras, los libros me miran desde la biblioteca esperando que reclame sus derechos. Pienso si existe una asociación protectora de libros y que si no hay una voy a tener que crearla porque mientras duerma se van a escapar los personajes y me la van a hacer pagar. Algún compadrito de Borges me atacará con el facón, Raskolnicov vendrá con una plancha y me la partirá por la cabeza, y creo que me tendría que cuidarme especialmente de tipos duros como Philip Marlowe, Sam Spade, Lew Archer. Y me estoy olvidando de los federales del Matadero y de los indios de La Cautiva y de los explotadores de La Vorágine.

No tengo salvación. Y ni siquiera tengo una Biblia para que me defienda. Ni siquiera una historieta del Chapulín Colorado. Tengo unas de Batman, pero en esos capítulos tiene la columna fracturada y coquetea con una doctora morocha. Y tengo una de Superman, pero es la Muerte de Superman, así que ni los superhéroes pueden contra la literatura. Tal vez tenga una chance consultando a Isidro Parodi, pero desde la cárcel qué va a hacer.

-Martín, me voy. Chau.

3 Comments:

Blogger nat - diego said...

excelente!
no quiero preguntar si es melancólicamente real! ay!

8:42 p. m.  
Blogger Martín H said...

te referís a si lo narrado es fruto de algún evento de mi vida?

sí, es bien real. una de las veces en las que mi novia me quiso dejar. finalmente, lo hizo.

ella me quería dejar y yo, mientras, pensaba esas cosas.

saludos
m

4:43 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ey, hermosa historia. Y aguante quiero estar entre tus cosas y Francisco. (Ayer soñé con algo así).

2:00 a. m.  

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