Días
No sé. Muchas cosas. Día patrio. En casa se entusiasmaron y prepararon un almuerzo con locro, empanadas, vino tinto y pastelitos con dulce de membrillo. Faltaban las escapapelas. No participé mucho. Estuve más que nada recluído en mi habitación. Conversé con Javier y me dijo que se leyó todo el blog de corrido y que se había dado cuenta que no estaba cumpliendo muy bien su función de hermano mayor y que quería que nos acerquemos un poco más. Además, me propuso ir a un taller de algo así como autoayuda, para subir la autoestima. Su mujer lo hizo y parece que tuvo grandes cambios en su forma de ver la vida. Son tres días. Son ciento cincuenta pesos. Quise saber más detalles, pero no me los pudo dar: Ana, no le pudo comentar demasiado de cómo es el taller porque entrar en detalles sería como no darle a él la posibilidad de pasar por la misma experiencia que ella. Le dije que eso era una secta, que operaba como una secta. No sé si buena o mala. Le dije que vaya él y que de última capaz que en alguna oportunidad iba yo, pero me dijo que lo quería hacer conmigo y tuve que decir que sí. La verdad que no creo que en tres días se pueda cambiar la forma de ver el mundo de una persona (y tampoco si se puede hacer en toda una vida), pero bueno, iré para desmitificar a esa secta y en definitiva, si me deja algo positivo, tomarlo. Tal vez me laven la cabeza y ya no sea nunca más el mismo.
Después fuimos a ver el partido de handball de los chicos, cenamos en lo de Pablo y ya a la medianoche, aterricé en mi cama. Fue un buen día en todo sentido.
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