Diarios viejos
Jueves, 24 de Junio de 2004
por la mañana
La sensación de que algo va a pasar. La tranquilidad de que pase lo que pase mi pecho de cóndor americano va a estar bien inflado. El sabor dulce del cambio. Los puntos de fuga que se desplazan por el infinito espacio, ahora abierto. La brújula que se pasea de norte a sur sin cansarse y feliz de girar y girar. Girar para terminar encontrando el nuevo rumbo. El nuevo destino que es invisible, pero que late debajo de la superficie de los sentidos y se lo percibe por instinto.
Obvio, es todo una construcción. Nada existe. Todo es volátil e incorpóreo. Agua y vapor. Nubes y sombras.
Chau.
por la mañana
La sensación de que algo va a pasar. La tranquilidad de que pase lo que pase mi pecho de cóndor americano va a estar bien inflado. El sabor dulce del cambio. Los puntos de fuga que se desplazan por el infinito espacio, ahora abierto. La brújula que se pasea de norte a sur sin cansarse y feliz de girar y girar. Girar para terminar encontrando el nuevo rumbo. El nuevo destino que es invisible, pero que late debajo de la superficie de los sentidos y se lo percibe por instinto.
Obvio, es todo una construcción. Nada existe. Todo es volátil e incorpóreo. Agua y vapor. Nubes y sombras.
Chau.
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