Días festivos I
Los días festivos empezaron ayer. Vinieron a casa los chicos y la familia. Fue una noche hermosa. Siempre tuve como un poco de resistencia a juntar a mis amigos con mis familiares y esta vez me encantó la combinación. Todos juntos en el comedor.
Temprano estaban los abuelos, Chongo y Laucha. Fuimos a la mesa y el abuelo que es charlatán como pocos, tomó la palabra y nos paseó por infinidad de temas. El año pasado me hubiera molestado y hubiera intentado huir de la mesa. Anoche disfruté de sus palabras y me sentí afortunado de tener a mi abuelo enfrente mío. Después, fueron llegando de a poquito todos. El calor de los afectos es tan puro que no hay que forzar nada. Llega fácil y es profundo.
Papá estuvo, como siempre, a cargo de la preparación de las pizzas. La receta magistral que cautiva a cualquier invitado que asista a un evento en la casa de los Herrera.
Como siempre, con los chicos recordamos viejos recuerdos que no nos cansamos de escuchar. Creo que cada vez nos reímos más de las mismas cosas.
El momento que disfruté como un niño fue el soplido de las velitas. Todos me cantaban y me miraban y cada palabra, cada aplauso me llegaba y me acariciaba. Despúes, un abrazo con cada uno y más cerveza y más pizza y torta.
Ya sé que estoy meloso y que leerme es como comer mazapan, dulce de leche y crema al mismo tiempo. Lectores míos, sepan disculpar.
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