jugar
el que reclama sus horas de ocio y juego,
se queja porque el otro, martín, el adulto,
tiene que ir a estudiar.
Entonces, martincito patalea y llora
y se gana unas horas de juego,
porque lo único que importa
es el acto inconsciente de entretenerse,
de inventar mundos con la risa.
Porque inventar un mundo,
es jugar a inventar un mundo.
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