Canción para que me olvides pronto

Te canto una canción
para que me olvides pronto,
para que las palabras en el papel
registren el llanto y la mueca triste
y perezcan así, sin más.
La guitarra, lenta y eléctrica
te hace vibrar para que tu pie
se vaya moviendo de a poco.
Y mientras te digo que no te amo,
que no te quiero ver más,
aparecen otros instrumentos:
un bajo intrusivo,
una batería que va marcando
el ritmo de tus rodillas
para que se muevan cada vez más
y que la canción triste brille.
Hacer del desconsuelo el comienzo
de una felicidad, por el contraste.
El movimiento lento te desata
una sonrisa que se abre
como una puerta graciosa.
Canto un estribillo que dice
que las cosas acaban,
pero que todo vuelve a empezar,
que no hay finales,
que las historias no terminan
sino que se detienen.
Y la voz es clara y transparente,
y sabés que todo lo que digo
es verdad, la verdad que está
en las mentiras,
que la verdad es la fantasía,
ese límite carnoso
donde hay seguridades y penumbras,
paranoias y latitudes que dicen
que somos un punto en un mapa,
hormigas perdidas en una baldoza.
Te canto esta canción
para que me olvides pronto,
para que las espinas
se vayan por el acto de nombrarlas,
un exorcismo de letras:
una canción que no existe
porque no sé cantar.
Una canción que no existe
porque no sé cantar.