Pajarito

Si pudiera tener la mente más abierta
me entregaría a tu nomadismo,
a tu afición por dormir
todas las noches
en camas distintas.
Pero también dijiste,
que en tu afición,
siempre elegías una cama
adonde volver más de dos noches seguidas.
Quizás esa sea mi cama,
y mis sábanas te encuentren
en las mañanas de luces rojizas.

Hago fuerza para reeducarme,
para entender lo que no aprendí.
para aplicar en la práctica
una teoría nueva,
otra forma de vivir.

Me acostaría en la cama desnudo,
con los brazos abiertos
viéndote flotar hasta subirte
a mi cuerpo manso, quieto.
El olor a durazno,
el sabor de tus lugares íntimos,
manjar que se come con piel.

La performance de amarnos
como si fuese la última vez.
Desnudos, con disfraces,
vestidos, al derecho,
al revés, de costado,
en forma horizontal, vertical,
de pie, con las manos en el piso,
en el aire, frente al espejo,
pegados, mirándonos,
dándonos la espalda,
bajo el agua.

Si pudiera, me entregaría
a tus zapatos rojos que marchan
sin saber adónde van,
como los pasos que sólo saben andar.
Como un toro, veo el rojo
y se me nublan las ideas,
sólo quiero que aterrices
en mi cama, y te quedes más de una noche.
Me olvido de la teoría
y quiero tu práctica,
tus movimientos que desatan
la voluptuosidad de mi miembro,
bandera de lo más alto,
imposible de quebrar.

Pero llega otra noche
y en mi cama no estás.
Y mi mente de pajarito
se pregunta dónde habrán ido a parar
tus pasos ligeros,
tus botas, tus tacos,
tus sandalias de verano.

Lectura a cargo de: Martín Ómicron