viernes, agosto 10, 2007

Verano (fragmento, en construcción)

I

Y me quedo esperando algo
que no sé qué es,
y de todas formas,
si no esperara,
no sabría qué hacer en vez de esperar.

Entonces salgo a la vereda
y me siento en el pilarcito
para ver si afuera pasa algo
nuevo y que me saque una sonrisa.

Al principio es solo contemplación
sin pensamiento:
mirar y perderse en las formas y los colores.
De noche es todo más opaco,
los colores no brillan
pero hay sombras enigmáticas.

Y me quedo quieto
con los hombros caídos
y los brazos colgando,
solo muevo la cabeza para registrar,
para ver si pasa algo o alguien
nuevo y que me saque una sonrisa
en esta noche de verano
con las axilas pegadas,
y la frente mojada.

Siempre me pareció imposible
poner la mente en blanco
-una mentira oriental-
pero mientras miro como un mosquito
se me apoya en el brazo y mueve las patas
-y supongo que en algún momento me va a picar-
tengo la mente en blanco, detenida
y no veo al mosquito
sino hasta que me pica y entonces
recupero el foco y me rasco.

Una cruz con las uñas
dice siempre mi abuela
que hay que hacerse arriba
de las picaduras de mosquitos
y después besarse los dedos.

II

Y desde lejos podría decirse
que estoy triste,
pero lo que en realidad pasa
es que contemplo sin pensar,
que es lo mismo que no entender,
y parezco una momia con la boca abierta.

Este verano, acá,
se mete en el cuerpo,
es un verano de los cuerpos
porque se amanece más temprano
y oscurece recién después de la noche
cuando ya no corre el aire.

Cerca se escucha
un aullido de gato, fuertísimo
como si lo estuvieran matando.
Unas voces, en la ventana de al lado
dicen que es una gata en celo,
que lloran porque quieren atraer a un macho.
Pero después se calla
y vaya uno a saber porqué.

Y me quedo esperando algo
que no sé qué es,
entonces pasa una moto
con dos pibes arriba,
gritan uuuuu, como si estuvieran
disfrutando algo nuevo.
Me tapo los orejas
porque entre el uuuuu y el brrmm
me hacen doler los oídos.

Entonces me tocan la espalda
y me asusto y me doy vuelta.
Es mi mamá, me pregunta si me pasa algo,
qué hago en el tapial, de noche, con esa cara.
Y tengo ganas de decirle que estoy esperando
que pase algo o alguien nuevo
en esta noche de verano
con las axilas pegadas,
y la frente mojada,
pero le digo nada, nada.
como si fuera la única palabra
que supiera articular.

III

Cuando era más chico
la gente salía a la puerta en verano
después de cenar, a tomar mate,
y a charlar de cualquier cosa.
Ahora estoy yo solo
y parece que soy el único que sabe
lo que significa.

Enfrente hay un árbol enorme, sin hojas,
el bombero, le decimos. Una navidad
le pusieron un petardo en un hueco
y cuando explotó parece que empezó
a prenderse fuego, aunque era más que nada humo.
Tuvieron que llamar a los bomberos
para que lo apaguen.
Nunca más le vi una hoja.

Los árboles de mi barrio tienen nombre,
mis hermanos y el Pelado los bautizaron,
yo nunca supe bien porque se llamaban así.
Uno era el policía, otro el panadero, y hay más,
pero yo no sé, yo los perseguía en silencio,
era una sombra mas, como la de un árbol,
como la del bombero, sin hojas.

Y si alguien me viera,
con las piernas colgando y con la mirada
perdida en las baldosas de la vereda,
pensaría que estoy haciendo algo raro,
algo que no corresponde, porque es de noche,
pero se olvidan que también es verano,
-verano de los cuerpos-
y que yo estoy esperando que pase algo nuevo,
algo que me haga gritar uuuuu
y que haga brrmm en mi cabeza.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ya que he recibido el honor de semejante regalo, debo ser la primera persona que deje aquí plasmado su comentario.
Maravilloso. Sublime. Lo adoro.
Y ya que me lo regalaste, ahora es mío. Y de nadie más. Jajaja!!
Sos un Genio, Martu!
Beso

10:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

cuando era chica tambien salian a tomar mate despues de cenar, pero nosotros siempre mirabamos desde adentro... ya dejaste de ser esa sombra, solo tenes que darte cuenta.

11:48 a. m.  
Blogger Ladybug said...

hola vagando de blog en blog, he caído aquí para encontrarme con tus palabras sobre el verano y confieso que no me he tomado el tiempo de leer nada de lo otro, ya lo hare.
Pero debo decirte que la verdad es que me hiciste acordar a mi infancia, de cuando jugabamos en las veredas, y salíamos después de cenar a tomar fresco, mis papás sacaban sus sillas y nosotros jugabamos en la vereda con los vecinos.
Yo tembien fui una sombra de mis hermanos, por ser la mas chica... pero creo que fuimos unos de los últimos en disfrutar de esas cosas hoy ya no pasa y se extraña tanto que cuando uno se acuerda le duele un poquito el corazon.
un beso

11:07 a. m.  

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