viernes, noviembre 25, 2005

palabras combaten

papeles se amontonan sobre el escritorio. No sé por cuál empezar. En realidad, no quiero empezar por ninguno. Hoy tengo uno de esos días en los que se me abre la cabeza y poco me importan todos los discursos sobre sentirse realizado por tener un empleo digno y bien pago y cuántos desocupados y la pobreza y el hambre y demás, y mantenerme sentado en el escritorio me es casi imposible. Hoy no me importaría vivir debajo de un puente y leer diarios viejos. Me siento una puta. Dinero por esfuerzo físico y mental. Ganas de salir de acá y hacer otra cosa. Sentir la libertad de hacer lo que me guste, cuando guste. Pero no. Entonces, el combate se hace textual: el campo de batalla es la hoja en blanco y los soldados, las palabras.