viernes, marzo 31, 2006

amor / azar

en trinidad, un pueblito uruguayo, tuve un pálpito: al ver una casa de lotería sentí que tenía chances de ganar algún premio. Claro que todo esto no tenía ninguna fundamentación. Como nuestro paso por el pequeño pueblo fue fugaz y los horarios del local no combinaron con los de nuestra estadía, nunca pude comprobar si mis conjeturas eran acertadas. Recién un mes después (ayer) entré a una casa de juegos y compré 5 raspaditas que prometen premios no tan altos por la módica suma de un peso. El transcurso del juego fue algo emocionante, adrenalínico. Raspar, ver si los números concuerdan, averiguar de cúanto es el premio, etc. recién en la última chance recibí un premio: el cartoncito indicaba que había ganado un peso. Tampoco me enamoré, ni me tropecé con un amor. Habría que reformular el refrán.