sábado, marzo 18, 2006

es mediodía pero mi habitación está llena de sombras. Puse una sabana en la ventana que da a mi balcón para que no entrara luz y poder ver mejor la película. Una de amor, pero no cursi, más cruda, más realista. Fue como una dosis de memoria, un chapuzón en mis demonios, un bocado de infierno. Siempre sabe igual: vacío en el pecho, la lágrima que quiere caer y no cae, el estómago que se cierra y la espalda encorvada. Ah, y la mirada al piso. No sé porqué, ni siquiera quiero saber porqué. Da igual. Es lo mismo. Ya no me pregunto más la razón de las cosas. Ser. Puse ese compilado de calamaro que no escuchaba hacía cuatro meses. Morirse, se llama. A los compilados me gusta ponerle nombres. Es divertido. Es como hacer un disco propio con canciones ajenas, pero el sentimiento de pertenencia y de creación es grande. Llovió toda la semana y estuvo gris, casi negro. Hoy brilla el sol, pero en mis cuatro paredes no se sabe si es de noche o de día. Casi ya no escribo en este blog. No sé porqué. Capaz falta de tiempo, de ganas no. El miércoles y el jueves estuve enfermo y no fui a trabajar. Fiebre y esas cosas. Viene bien dormir y descansar. El domingo que viene tengo una maratón en tandil. Voy con tres compañeros del trabajo. Son 27 km en la montaña, con subidas, escaladas y pocos kilómetros en llano. Va a ser duro. Igual venimos entrenando mucho. Quizás por eso me enfermé. Qué sé yo. Tendría que comprarme unas zapatillas especiales, pero estoy juntando plata para saldar deudas familiares que nos van a sacar de grandes apuros. Así que no, correré con las que tengo. Cuando van dos horas de carrera uno mira alrededor y se pregunta qué carajo hace ahí corriendo como un loco y si vale la pena. Siempre vale la pena. Correr por la naturaleza y sentirla más cerca, más propia. La euforia de la gente da energía. Y uno sigue hasta el final, hasta desplomarse. Llegar es cumplir otro pequeño objetivo que uno se propuso y eso reconforta. Siempre. La semana que viene empiezo la facultad. El otro día empecé a releer por tercera vez la hora sin sombra de soriano, autor que no es propio de una chica de letras (como diría elsa kalish, que a propósito, escribió este mes la mejor de sus columnas, aunque el poema del final en el que dice que es todo mentira estuvo demás, muy demás, porque uno quiere creerse lo que le cuentan y si elsita me dice que es mentira pierde todo el efecto, pero igual estuvo muy bien) o antes no lo era, ahora capaz que sí, viste las vueltas que tiene el canon y todo, ahora hay una onda más así. Y la versión de naranjo en flor de calamaro empieza con unos acordes de piano que calan hondo, muy hondo, se meten en el cuerpo y retumban y vibran. Primero hay que sufrir, después amar, después partir.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me encantó, tenés una profundidad al escribir que me asombra!!! felicitaciones!!!!. A veces es reconfortante encontrarse en las palabras de otros. Besos, Anabel

9:27 p. m.  

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