martes, abril 18, 2006

catarsis

hoy no es un buen día. al menos para mí. por qué? porque sí. qué te importa? metete en tus cosas. no me rompás las pelotas. acaso tengo que decirte qué me pasa? quién te pensás que sos? no te confundás. no sos nada. nos une la casualidad, la lógica infernal que gobierna el mundo. la casualidad es una razón más que suficiente, dijiste la otra vez jugando con las palabras. decís puras boludeces. la otra vez pensaste en decirle que vos no tenés una opinión formada de las cosas, que vos picás un poquito de acá y un poquito de allá, pero que en definitiva no entendés un carajo de nada. es como darle algunas vueltas a que sos un pelotudo. sí, ya sé. así que no vengas a pretender que te cuente qué me pasa si no sabés ni cómo te llamás y encima ni yo se qué me pasa. entendés? la paradoja cíclica. que nunca acaba. círculos, círculos y más círculos. siempre volver a dar la puta vuelta y llegar al mismo lugar, como si las curvas fueran laberintos endemoniados. y cuando me preguntás algo te miro a los ojos y te reputeo pero con miradas, y mientras, te contesto con palabras cortantes, monosílabos. mis ojos disparan fuego y te queman. veo cómo te quemás y lo disfruto. y ardés sin decir nada. incendio mudo. y cuando me cuesta mirar a los ojos a alguien es porque algo anda mal. no solo en mí, sino en el otro. hay un rechazo que no deja que las miradas se enrieden. hoy no es un buen día y todo toma un matiz ocre. el sol quema la vista, la brisa otoñal rasga la piel y el cuerpo en movimiento es una piedra que cae de la montaña y sólo va a detenerse cuando choque con las paredes de ese edificio que construyeron con piedras más grandes y más duras, y se va a romper en pedacitos tan chiquitos, que van a ser piedritas. y los diminutivos empalagan en días como estos porque traen algo de dulzura. y quién quiere dulzura? por suerte estos días no vienen siempre porque de ser así, no podría mantener el trabajo, ni los estudios, ni nada. ni la cordura.