sábado, abril 15, 2006

miradas










-Es una relación de miradas. ¿Nunca te pasó? No hay diálogo, o sí, lo que no hay es palabras. Las palabras están prohibidas, en realidad no salen o no quieren salir y la relación se sustenta en ese juego de miradas. Es un vínculo fuerte: te peleás, te amigás, te enamorás, te desnudás. Pero el peligro, o mejor dicho, el punto dominante, que es en realidad el motor de todo, pasa por la imaginación. La relación de miradas puede inventársela uno mismo, sin importar el comportamiento de los otros ojos. ¿Entendés? Capaz que te imaginás todo. Igual te das cuenta, porque la interacción con el otro es fuerte. Entre una mirada y la otra se genera un campo de energías eléctricas que unen a los dos lados, no es fácil no percibirlo. Te tenés que dar cuenta, porque además, una relación de miradas termina involucrando el sentimiento, o el sentimiento te involucra en esta relación, no importa.

¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Por qué no le hablo? ¿Por qué hoy no me mira? ¿Y si me habla qué le digo? Ves. No es simple. Vos te reís y me preguntás porqué no hago más fácil y hablo de una vez por todas. No es simple. Todavía no estamos preparados. Estamos atravesando una situación difícil y cuando salgamos ya vamos a usar las palabras. Todavía falta.

El problema es que es un círculo que no se detiene. No se puede detener. Todo el tiempo querés más. Ver cómo reacciona ante tal mirada, ante tal otra, ante la indiferencia que es la no-mirada. Y lo peor es cuando tirás una y no recibís nada a cambio o no te miran. Eso es lo peor. Maldecís a tu rostro, a tus ojos, a tu cuerpo, a tu vida. ¿Por qué no tendré un rostro más atractivo, o unos ojos verdes bien abiertos que brillen con la luz del sol y encandilen y enamoren y lastimen? Y después te parás y decís que ahora no, que ahora no vas a mirar, que esta vez ya no querés seguir alimentando al monstruo, pero te levantás y lo primero que hacés es mirar y sin recibir respuesta agachás la cabeza y te maldecís por no poder contenerte. Eso es un punto en contra. La otra mirada te va tomando los tiempos, ya te conoce. Hay que ser cauteloso, no hay que desnudarse muy rápido. Mejor de a poco.

No, nunca hablé. En realidad sí, pero ni siquiera fue una conversación. Holas y chaus y un día que pasó algo que podría haber abierto una puerta a un diálogo más fluido, pero me agarró de sorpresa y no pude reaccionar. Hasta creo que quedé como un boludo, pero ya está, tampoco me voy a mortificar, pero fue una buena oportunidad. Fue así: yo me tropecé con ella o ella conmigo, no sé, y lo único que dije fue perdón. Ella creo que no dijo nada. Entonces me puse a pensar en cómo aprovechar esto para crear una conversación. Pensaba en qué decirle cuando pase al lado mío. “Tengo que tener cuidado de estar cerca tuyo.” “Me lastimaste la rodilla” “Sos peligrosa” No sé, algo que sea cómico, sutil e inteligente, pero como verás no se me ocurrió nada así. Por suerte no me la crucé ese día.

Al otro día veo que va para allá y la sigo. Algo la detuvo y me vio. Yo no iba a decir más que hola, pero por alguna razón ella dijo:” Hoy no me tropecé con vos, zafaste” Yo no detuve mi andar hacia el baño y lo único que pude hacer fue sonreír. Creo que no fue una fea sonrisa. Estuvo bien, pero me ganó el silencio y tal vez quedé mal.

Sí, me quería morir. Una oportunidad única desaprovechada.

Sabés que sí. Pensé en eso. Cómo es que ella tomó la posta. Para mí que también estuvo pensando en cómo crear una conversación.

No se enojó. Me parece que le resultó dulce mi timidez. Lo sé por las miradas, aunque en realidad no me miró, pero lo leí en el perfil de la mirada y en la comisura de los labios.

No, no exagero. Ya te dije cómo funciona esto. Puede ser que sea todo imaginación mía, pero no creo. Uno se da cuenta.

A veces me parece que le cuenta a sus conocidas de la relación. Lo malo es que se ríen de mi, de mi idiotez. También veo que me miran con una ternura lastimosa.

Hoy la saludé (“hola”) y me contestó con una linda sonrisa. Me gustó y me quedé pensando en el porqué. ¿Burla? ¿Afecto? No sé. Es difícil a veces interpretar. Lamento ser tan torpe.

¿Cómo sigue? No tengo idea. Supongo que en algún momento los ojos van a unirse en esa fusión mágica que amalgama y las palabras van a salir solas o no van a ser necesarias. O tal vez se me escape algún vocablo y eche todo a perder.

Sí, tenés razón, la relación de miradas es puro cálculo y estrategia.

Como la guerra.

1 Comments:

Blogger marina k said...

hola
estuve por acá
leyendote.
me gusta.
la foto de abajo me encantó.

2:06 p. m.  

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