lunes, agosto 27, 2007

Ambientes

Baño

No queda nada

más que el agua girando

hacia la derecha con ritmo

cansado hasta que se detiene

después de apretar el botón,

una muestra que no coincide

con lo previo.

Ahora olor a bosque de pinos,

verde con espuma

el agua detenida burbujeando.

Y de la pared sale un ruido

como que se está llenando

un depósito y al final hace un ruido

que indica que va a detenerse.

En el espejo del botiquín

una cara con los dedos

apretando un pedazo de cara

para que salga acné y no se note

esa mancha amarilla

que capta las miradas

y se quedan fijas

en ese punto y las palabras

pierden peso y todo gira

alrededor del grano pero nadie

dice nada y todos quisieran

decir: mirá ese grano, el pus,

todo amarillo, mostaza dijon.

Los dedos aprietan el pedazo

de cara y el espejo queda

manchado de golpe.

La misma cara llena de espuma

blanca esparcida por toda la superficie

haciendo las veces de barba canosa

en clave copos de nieve;

la afeitadora yendo de arriba abajo

dibujando surcos color piel

sin pelos que parecen verdes,

campos larguísimos bajo la luz

de una tarde de sombras

apenas antes de que anochezca,

y nadie sabría si llamarla noche o atardecer.

En el grifo se ve una cara deforme

del metal dorado naciendo líneas

que componen rasgos hasta que

si uno mira bien descubre

que la deformidad es un punto de vista.

Los pelos quedaron todos en el pecho

porque la cara está vacía y brilla

como si la hubieran lustrado con franela

y uno de esos productos nuevos

que mantienen los colores vivos.

En primer plano, ahora, la gota

en el mariposón de la ducha

formándose de a poco,

juntando restos líquidos de la cañería

para ser gota y caer de golpe al piso

de la bañera toda blanca

aunque hay algo de espuma

en el desagüe y pelos

pero nada que no se vaya pronto.

Y cuando la gota cae

hace un claro en la espuma,

un centro vacío que desplaza

la forma para ser fondo.

En el piso quedaron los restos

las prendas que vestían hasta recién:

un calzoncillo negro tipo boxer

con la ventanita a la altura del pene

para orinar de forma más práctica

asomando simplemente el órgano

por la ventana como si saliera a tomar aire;

las medias con las puntas rojas, manchadas

por la tintura de los zapatos

y los talones oscuros de caminar descalzo;

una remera en falsete, que aparenta ser dos

pero solo tiene cosida una manga

debajo de la otra, lo que da el efecto

de que hay dos remeras en el espacio

físico que solo puede ocupar una;

un jean azul, gastado, cortado en las rodillas

por orden de la moda: las marcas

de uso agregan valor estético;

y unas zapatillas con una estrella

roja sobre lona violeta

y los cordones desatados.

Etiquetas:

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

una clara muestra de lo que soles disfrutas de un buen baño en soledad.... y por supuesto que todo depende del punto de vista...

10:44 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy bueno... me encanta cómo describís cosas tan cotidianas haciendo que pierdan su cotidianeidad para volverse poéticas.

5:18 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home