viernes, marzo 31, 2006

amor / azar

en trinidad, un pueblito uruguayo, tuve un pálpito: al ver una casa de lotería sentí que tenía chances de ganar algún premio. Claro que todo esto no tenía ninguna fundamentación. Como nuestro paso por el pequeño pueblo fue fugaz y los horarios del local no combinaron con los de nuestra estadía, nunca pude comprobar si mis conjeturas eran acertadas. Recién un mes después (ayer) entré a una casa de juegos y compré 5 raspaditas que prometen premios no tan altos por la módica suma de un peso. El transcurso del juego fue algo emocionante, adrenalínico. Raspar, ver si los números concuerdan, averiguar de cúanto es el premio, etc. recién en la última chance recibí un premio: el cartoncito indicaba que había ganado un peso. Tampoco me enamoré, ni me tropecé con un amor. Habría que reformular el refrán.

sábado, marzo 18, 2006

es mediodía pero mi habitación está llena de sombras. Puse una sabana en la ventana que da a mi balcón para que no entrara luz y poder ver mejor la película. Una de amor, pero no cursi, más cruda, más realista. Fue como una dosis de memoria, un chapuzón en mis demonios, un bocado de infierno. Siempre sabe igual: vacío en el pecho, la lágrima que quiere caer y no cae, el estómago que se cierra y la espalda encorvada. Ah, y la mirada al piso. No sé porqué, ni siquiera quiero saber porqué. Da igual. Es lo mismo. Ya no me pregunto más la razón de las cosas. Ser. Puse ese compilado de calamaro que no escuchaba hacía cuatro meses. Morirse, se llama. A los compilados me gusta ponerle nombres. Es divertido. Es como hacer un disco propio con canciones ajenas, pero el sentimiento de pertenencia y de creación es grande. Llovió toda la semana y estuvo gris, casi negro. Hoy brilla el sol, pero en mis cuatro paredes no se sabe si es de noche o de día. Casi ya no escribo en este blog. No sé porqué. Capaz falta de tiempo, de ganas no. El miércoles y el jueves estuve enfermo y no fui a trabajar. Fiebre y esas cosas. Viene bien dormir y descansar. El domingo que viene tengo una maratón en tandil. Voy con tres compañeros del trabajo. Son 27 km en la montaña, con subidas, escaladas y pocos kilómetros en llano. Va a ser duro. Igual venimos entrenando mucho. Quizás por eso me enfermé. Qué sé yo. Tendría que comprarme unas zapatillas especiales, pero estoy juntando plata para saldar deudas familiares que nos van a sacar de grandes apuros. Así que no, correré con las que tengo. Cuando van dos horas de carrera uno mira alrededor y se pregunta qué carajo hace ahí corriendo como un loco y si vale la pena. Siempre vale la pena. Correr por la naturaleza y sentirla más cerca, más propia. La euforia de la gente da energía. Y uno sigue hasta el final, hasta desplomarse. Llegar es cumplir otro pequeño objetivo que uno se propuso y eso reconforta. Siempre. La semana que viene empiezo la facultad. El otro día empecé a releer por tercera vez la hora sin sombra de soriano, autor que no es propio de una chica de letras (como diría elsa kalish, que a propósito, escribió este mes la mejor de sus columnas, aunque el poema del final en el que dice que es todo mentira estuvo demás, muy demás, porque uno quiere creerse lo que le cuentan y si elsita me dice que es mentira pierde todo el efecto, pero igual estuvo muy bien) o antes no lo era, ahora capaz que sí, viste las vueltas que tiene el canon y todo, ahora hay una onda más así. Y la versión de naranjo en flor de calamaro empieza con unos acordes de piano que calan hondo, muy hondo, se meten en el cuerpo y retumban y vibran. Primero hay que sufrir, después amar, después partir.

miércoles, marzo 08, 2006

el pan y el vino

si tuviera 10 años diría que le comieron la lengua los ratones o los dedos las termitas, pero no. todo siempre es más complejo, pero tampoco tanto. Sino pregúntenle a einstein. O a da vinci. Los caracoles nacen adentro de sus caparazones, la cuestión es salir. Salir afuera y después lo que sea. Bailar, cantar, abrazar, saltar. La mancha de baba sale rápido. Te calzás unos jeans de moda y salís de levante. La camisa leñadora a cuadros todavía resiste los embistes de la moda. Pero los zapatos de gamuza no. el último fue elvis y por eso se puso a cantar estás solitaria esta noche. Y que lo amen dulcemente. Después de todo, todos queremos amor, aunque sea unos mimos, y claro, sexo. Pero esa es otra historia porque no todo puede ir dentro de la misma bolsa. Las naranjas por acá, las mandarinas por allá. Aunque sean parecidas no son iguales. O nunca te las confundiste? Seguro que sí. Seguro que sí. Para eso está el verdulero. No toqués la mercadería varón te dice y vos te quedás como un boludo con la naranja en la mano y le sacudís el polvo y la dejás sanita de vuelta en el cajón de verduras. Esos de madera que después sirven para prender el asado. Todo se relaciona. La madera, el fuego, el carbón, la carne y el pecado. Los que los regulan son los curas y a ellos quién los regula? Una imagen clavada en la pared? Un cuadro pintado al oleo? Un espíritu? Una fuerza? Que sé yo. Las cosas que me interesan son más simples, se comen y se toman. Como el cuerpo y la sangre, como el pan y el vino.

miércoles, marzo 01, 2006

el cumple

ayer cumplió años este blog. 1. podría escribir algo relativo a esto, pero no tengo muchas ganas y además, ya escribí algo parecido hace poco.

feliz cumpleaños.