viernes, agosto 31, 2007

John Lennon - Love













Love is real
real is love,
love is feeling,
feeling love,
love is waiting
to be love.

Love is touch
touch is love,
love is reaching
reaching love,
love is asking
to be love.

Love is asking
to be love,
love is you,
you and me,
love is knowing
we can be.

Love is free,
free is love,
love is living,
living love,
love is needing,
to be love.

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lunes, agosto 27, 2007

Ambientes

Baño

No queda nada

más que el agua girando

hacia la derecha con ritmo

cansado hasta que se detiene

después de apretar el botón,

una muestra que no coincide

con lo previo.

Ahora olor a bosque de pinos,

verde con espuma

el agua detenida burbujeando.

Y de la pared sale un ruido

como que se está llenando

un depósito y al final hace un ruido

que indica que va a detenerse.

En el espejo del botiquín

una cara con los dedos

apretando un pedazo de cara

para que salga acné y no se note

esa mancha amarilla

que capta las miradas

y se quedan fijas

en ese punto y las palabras

pierden peso y todo gira

alrededor del grano pero nadie

dice nada y todos quisieran

decir: mirá ese grano, el pus,

todo amarillo, mostaza dijon.

Los dedos aprietan el pedazo

de cara y el espejo queda

manchado de golpe.

La misma cara llena de espuma

blanca esparcida por toda la superficie

haciendo las veces de barba canosa

en clave copos de nieve;

la afeitadora yendo de arriba abajo

dibujando surcos color piel

sin pelos que parecen verdes,

campos larguísimos bajo la luz

de una tarde de sombras

apenas antes de que anochezca,

y nadie sabría si llamarla noche o atardecer.

En el grifo se ve una cara deforme

del metal dorado naciendo líneas

que componen rasgos hasta que

si uno mira bien descubre

que la deformidad es un punto de vista.

Los pelos quedaron todos en el pecho

porque la cara está vacía y brilla

como si la hubieran lustrado con franela

y uno de esos productos nuevos

que mantienen los colores vivos.

En primer plano, ahora, la gota

en el mariposón de la ducha

formándose de a poco,

juntando restos líquidos de la cañería

para ser gota y caer de golpe al piso

de la bañera toda blanca

aunque hay algo de espuma

en el desagüe y pelos

pero nada que no se vaya pronto.

Y cuando la gota cae

hace un claro en la espuma,

un centro vacío que desplaza

la forma para ser fondo.

En el piso quedaron los restos

las prendas que vestían hasta recién:

un calzoncillo negro tipo boxer

con la ventanita a la altura del pene

para orinar de forma más práctica

asomando simplemente el órgano

por la ventana como si saliera a tomar aire;

las medias con las puntas rojas, manchadas

por la tintura de los zapatos

y los talones oscuros de caminar descalzo;

una remera en falsete, que aparenta ser dos

pero solo tiene cosida una manga

debajo de la otra, lo que da el efecto

de que hay dos remeras en el espacio

físico que solo puede ocupar una;

un jean azul, gastado, cortado en las rodillas

por orden de la moda: las marcas

de uso agregan valor estético;

y unas zapatillas con una estrella

roja sobre lona violeta

y los cordones desatados.

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sábado, agosto 25, 2007

Relapso + Angola de Martín Gambarotta (fragmento)

Relapso + Angola de Martín Gambarotta

Ediciones VOX, Buenos Aires, 2004.

Cuando se corta por primera vez

un pomelo en un lugar desconocido

con un cuchillo de punta redonda

y poco filo, más apto en realidad

para untar manteca, el pomelo se vuelve

más extraño que el mundo que lo rodea

de modo que mirarlo detenidamente

por demasiado tiempo antes de partirlo

es una invitación al pánico.

-

Cortó un pomelo transversalmente, partió

la mañana en gajos raros, la carne

rosada expuesta por primera vez

hirió con énfasis su mundo intraducible

generando una pausa acá

en el contexto de la fruta acuchillada.

-

Lo que decía no era lo que pensaba

hasta que cortó un pomelo por la mitad

y expuso el centro de ese mundo a la luz

entonces sí, con la fruta una vez partida

lo que pensaba era lo que decía.

-

El mundo no es un pomelo

pero el pomelo es un mundo

la fruta definitiva de pómulos rosa pálido

que ahora sostiene en la palma de su mano

para hacerle un corte con un cuchillo

que en su hoja capta luz natural

sea o no sea esto cirugía.

-

Sin cortar no hay salida del corte

sabe cuál es el error primordial, sabe

que no debe volver a cometerlo

pero igual

cada mañana corta un pomelo

al dividir es dividido.

-

Sacó el cuchillo y en cualquier momento corta

el pomelo que sin razón puso sobre un plato de loza

pero ahora no, ahora tiene otra cosa que hacer

la introversión aquietada por el frío

fiebre fina como fibra que abrevia días

lo empuja hacia un lugar al que no

debería estar yendo.

-

No está dado el contexto para cortar

un pomelo pero igual corta el pomelo

y así cambia el contexto dado

con un ademán ficticio produce y no produce

una alteración momentánea que oblitera

el único dato cierto

nunca hubo fruta por cortar.

-

Lo que implica haberle hecho un corte, haber

cometido una pequeña masacre matinal

con un simple instrumento de cocina

haber dejado la fruta sobre la mesada

exhibiendo su lastimadura.

-

Lo único claro es la función del cuchillo

a primera hora cuando corta la redondez

perfecta en mitades imperfectas

todo se limpia, todo se dispersa;

antes de partirlo el pomelo

en sí era un planeta.

-

Colocar un pomelo sobre un poste

tomar quince pasos de distancia

reventarlo a tiros con una MAGNUM

decirle adiós a esa odisea.

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HOY

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viernes, agosto 17, 2007

VERANO (fragmento, en construcción)

XX

No me extrañaría
que de repente empezara a nevar,
aunque sea verano, esta noche,
porque todo cambia en un segundo,
y del calor agobiante a la nieve,
no hay más que dos pasos de distancia.
Incluso se siente en el aire
-aunque todavía no pase nada-
el olor que hay antes de la lluvia,
esa mezcla de tierra y pasto,
y una densidad que se siente al tacto
en la yema de los dedos
y se escuchan muy lejos los tambores
que anuncian con ritmo de carnaval
la llegada de las nubes y el agua.

Cuando llovía mamá me llamaba
para que entrara rápido
porque me quedaba con la mente en blanco
-ahora lo sé, como un oriental-
mirando los globitos que hacían las gotas
al caer en el piso de cemento del patio.
Se inflaban para ser caparazones de tortugas
invisibles, translúcidas, y se deslizaban a la deriva
como botes de cáscara de nuez sonámbulos.
Las gotas nuevas hundían los barcos.
Eran puros naufragios,
capitanes muriendo en su ley de mar,
hasta que se los tragaba la alcantarilla.

Y en las vacaciones en el mar
me quedaba toda la tarde
esperando ese segundo
en el que el mar se calla,
deja de zumbar en el oído,
se detiene y todo parece una postal,
un rectángulo de cartón escrito a mano
con una foto de un lugar irrepetible,
porque las fotos inventan un lugar y un momento
que no se puede repetir ni posando.

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miércoles, agosto 15, 2007

VERANO (fragmento, en construcción)

XVI

De repente, explota, en el cielo, una estrella
y no entiendo qué pasa porque enseguida
explotan otras más y pienso que se va a caer el cielo,
pero cuando veo los colores y llega el sonido,
entiendo que son juegos artificiales
y que no hay de que preocuparse, sino mover
las piernas como si estuviera contento
y dejarlas que reboten contra el pilarcito.

Sin querer pateo a un caracol que cae
en el piso de la vereda
pero no puedo bajar a ayudarlo.
Me acuerdo cuando la abuela nos regaló
un juego para hacer experimentos
y Hernán agarró una lupa que venía,
le apuntó al sol, y dejó que el hilo de luz
cayera sobre el cuerpo de un caracol
que habíamos encontrado en la reja.
Al principio no pasaba nada,
pero al ratito, empezó a salir humo
y el caracol largaba una baba roja.
Después se aburrió y se fue.
Yo me quedé mirando
al pobre bicho que ni se quejaba
y para que no sufra lo puse en el medio de la calle,
para que lo pise un auto.

Enseguida pasó uno y splatch.

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Don de encierro

Ya no importa más nada
que no duela
el golpe en la palma
de la mano una nalga
y toda su carne flúo
para repartir colores
en el blando y negro
en el blanco y necro
por lo sano de lo multicolor
en la envidia del rojo cromado
serpientes doradas enroscadas
en cuellos largísimos
y nunca alcanzan a ahorcar
un grito que implosiona
y destruye los órganos
que se hinchan, que se expanden
y explotan inútiles;
serpentina de tripa gorda
para festejar el cumpleaños
arrebato de plomo sangrado
a la izquierda el plato
cosmo por lo neutro
entibiado por una risa;
demoníacas las voces
en las paredes retumbadas
del enigma de un beso
dado al dado vuelta
cabeza arriba
patas al revés
puertas en todos lados
en el baño
en la cocina
en el comedor
para entrar
para salir
para comer;
mordiscos al aire ralo
un pavo en la mesa con llave
candado en la pechuga
restringido el bocado
para el cerrajero.
Don divino
de un alma para abrir
y cerrar las aberturas
controlar el ir y venir
de los cuerpos
de las cosas
de los armarios golpeando
las maderas desde adentro
para salir y se ríe
el cerrajero
por su Don de encierro.

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lunes, agosto 13, 2007

VERANO (fragmento, en construcción)















XIII

Como tengo ganas de hacer pis
me acuerdo de la señora que pasa caminando
todos los mediodías por la puerta de casa
y grita cosas que no se entienden
con una bolsa de hacer compras toda sucia,
y con una pollera negra agujereada
que se levanta cada vez que quiere hace pis
y se muestra desnuda porque no tiene bombacha,
pero no le importa y se ríe y parece una estatua
de esas que están en las fuentes, pero más fea.

Entonces me paro en el pilarcito,
me bajo los pantalones hasta las rodillas
y meo como una estatua.
Me quedo duro mientras el chorro
cae haciendo una curva al pasto,
y sale una espuma como de cerveza,
se forman varios surcos en la tierra,
canales que direccionan el pis
al cordón y se mezcla con el agua podrida
para que todo junto termine en la esquina,
en la alcantarilla donde una vez
se me cayó un barco de papel
que había armado para competir
con los palitos que flotan en el cordón
y jugar a cuál llega primero.
Nunca me pregunté dónde van a parar
los barcos de papel que se pierden
en la oscuridad de las alcantarillas,
pero me lo podría haber preguntado.

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libre, y sin pensar















Yo, 1985.

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domingo, agosto 12, 2007

Verano (fragmento, en construcción)

XI

Y un día llegó Guadalupe al barrio,
con cara de perdida y asustada.
Se bajó de un auto azul con sus padres
-que se fue después de dejarla-
y entró como si entrara a una casa extraña,
a su casa, para empezar a ser mi vecina.
Era más grande que yo, tenía la edad de Hernán, mi hermano.
Rubia, blanca, hermosa. Dijo que antes vivía en Belgrano,
en un edificio de treinta pisos.

Un ventanal enorme sin cortinas que daba a la calle
era la ventana de su habitación, y cuando se despertaba,
mientras hacía la cama y acomodaba la ropa,
yo buscaba cualquier excusa para pasar
por su vereda para verla en movimiento,
y ver ese pijama entero con dibujos
de lunas de todas las formas, y creo,
que no había ninguna en esa prenda
que se parezca a la que tengo acá,
del otro lado de la calle, pero más arriba.

Una vez me vio mirándola
-con la boca abierta, como una momia-
y cuando volví a pasar, las persianas estaban bajas.

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sábado, agosto 11, 2007

Verano (fragmento, en construcción)

X

El pilarcito está caliente

porque le dio el sol todo el día,
incluso tiene la pintura descascarada,
y con las uñas la raspo para que caiga.
Eso porque no sé qué hacer,
y mientras uno espera tiene que hacer algo,
para hacer de cuenta que no espera.

A la altura de la ventana de Guadalupe
-en realidad ella no vive más ahí hace tiempo-
hay un perro que mea un canasto de basura
con la lengua afuera, y los ojos cerrados.
No debe ser del barrio porque no lo conozco,
y de repente, como si se acordara de algo
en lo que estuvo pensando toda la tarde,
el perro sale disparado, dando un ladrido,
hasta que desaparece en la oscuridad.

Y todavía no pienso en la luna
que estalla blanca en el costado superior derecho
de este cuadro que es esta calle en una noche de verano,
en la vereda de enfrente, del lado Márquez,
en el pilarcito que me separa de la tierra,
porque no sé bien que pensar,
porque pienso que si digo algo sobre ella
voy a repetir cosas ya dichas, o sea:
la miraría desde una forma de mirar
y borraría su singularidad y la mía.
Porque para mí, la luna, en esta noche
es un pedazo de cartulina blanca,
recortado prolijamente con tijera
sobre los bordes que trazó un compás.
Pero mejor no lo digo.

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viernes, agosto 10, 2007

Verano (fragmento, en construcción)

I

Y me quedo esperando algo
que no sé qué es,
y de todas formas,
si no esperara,
no sabría qué hacer en vez de esperar.

Entonces salgo a la vereda
y me siento en el pilarcito
para ver si afuera pasa algo
nuevo y que me saque una sonrisa.

Al principio es solo contemplación
sin pensamiento:
mirar y perderse en las formas y los colores.
De noche es todo más opaco,
los colores no brillan
pero hay sombras enigmáticas.

Y me quedo quieto
con los hombros caídos
y los brazos colgando,
solo muevo la cabeza para registrar,
para ver si pasa algo o alguien
nuevo y que me saque una sonrisa
en esta noche de verano
con las axilas pegadas,
y la frente mojada.

Siempre me pareció imposible
poner la mente en blanco
-una mentira oriental-
pero mientras miro como un mosquito
se me apoya en el brazo y mueve las patas
-y supongo que en algún momento me va a picar-
tengo la mente en blanco, detenida
y no veo al mosquito
sino hasta que me pica y entonces
recupero el foco y me rasco.

Una cruz con las uñas
dice siempre mi abuela
que hay que hacerse arriba
de las picaduras de mosquitos
y después besarse los dedos.

II

Y desde lejos podría decirse
que estoy triste,
pero lo que en realidad pasa
es que contemplo sin pensar,
que es lo mismo que no entender,
y parezco una momia con la boca abierta.

Este verano, acá,
se mete en el cuerpo,
es un verano de los cuerpos
porque se amanece más temprano
y oscurece recién después de la noche
cuando ya no corre el aire.

Cerca se escucha
un aullido de gato, fuertísimo
como si lo estuvieran matando.
Unas voces, en la ventana de al lado
dicen que es una gata en celo,
que lloran porque quieren atraer a un macho.
Pero después se calla
y vaya uno a saber porqué.

Y me quedo esperando algo
que no sé qué es,
entonces pasa una moto
con dos pibes arriba,
gritan uuuuu, como si estuvieran
disfrutando algo nuevo.
Me tapo los orejas
porque entre el uuuuu y el brrmm
me hacen doler los oídos.

Entonces me tocan la espalda
y me asusto y me doy vuelta.
Es mi mamá, me pregunta si me pasa algo,
qué hago en el tapial, de noche, con esa cara.
Y tengo ganas de decirle que estoy esperando
que pase algo o alguien nuevo
en esta noche de verano
con las axilas pegadas,
y la frente mojada,
pero le digo nada, nada.
como si fuera la única palabra
que supiera articular.

III

Cuando era más chico
la gente salía a la puerta en verano
después de cenar, a tomar mate,
y a charlar de cualquier cosa.
Ahora estoy yo solo
y parece que soy el único que sabe
lo que significa.

Enfrente hay un árbol enorme, sin hojas,
el bombero, le decimos. Una navidad
le pusieron un petardo en un hueco
y cuando explotó parece que empezó
a prenderse fuego, aunque era más que nada humo.
Tuvieron que llamar a los bomberos
para que lo apaguen.
Nunca más le vi una hoja.

Los árboles de mi barrio tienen nombre,
mis hermanos y el Pelado los bautizaron,
yo nunca supe bien porque se llamaban así.
Uno era el policía, otro el panadero, y hay más,
pero yo no sé, yo los perseguía en silencio,
era una sombra mas, como la de un árbol,
como la del bombero, sin hojas.

Y si alguien me viera,
con las piernas colgando y con la mirada
perdida en las baldosas de la vereda,
pensaría que estoy haciendo algo raro,
algo que no corresponde, porque es de noche,
pero se olvidan que también es verano,
-verano de los cuerpos-
y que yo estoy esperando que pase algo nuevo,
algo que me haga gritar uuuuu
y que haga brrmm en mi cabeza.

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Brillo paralelo

El brillo paralelo de tus tardes
refractando cartulinas azules
en mis ojos, una pupila coloreada
por la suavidad satinada de tu cuerpo,
inmenso pliego rectangular,
antes de la disección del encuadernado,
el corte de la tijera triple,
el olor a papel nuevo, a sentidos por venir,
a recorridos oculares por tus partes,
atentas lecturas a tu mínima y fraccionada
forma de existir, un estómago destripado
por manos precisas para dar a luz
a los sentidos inabarcables,
inventándote un vientre, y un cuerpo,
pechos para que alimentes,
brazos para que contengas,
una cara para que se te pueda ver
y adorar como a un objeto.

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sábado, agosto 04, 2007

Ajo germinado

No soy una estrella,
más bien soy el reflejo
del cielo en un charco
de agua vieja.
No tengo cuerpo,
soy pura imagen
p r o y e c t á n d o s e.

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Amor en potencia



Estabas triste / lo vi en tu cara / necesitabas amor. / Te di charla

/ y te convidé vino / tinto en copa de cristal / para que te olvides

/ de la falta / y te acuestes conmigo. / En mi cama / hay calor / en

mi cama / hay amor en potencia.

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Rima para ganarme un beso



Podría decirse
que tu pelo cae de repente
como un níspero al pasto,
amarillo, mechones suaves perfumados,
sobre tus hombros errando al viento.
No sería exagerado tampoco
pedirle
a la Milagrosa Luz que te persigue
que me alumbre una rima
para ganarme un beso.

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miércoles, agosto 01, 2007

Cándida Pintos



Mi bisabuela, Cándida Pintos de Bierschuvall,
vivía enfrente de la estación de Chilavert,
en un terreno grandísimo que compró
el tío Bebe cuando le iba bien en las carreras.
Ese terreno se vendió hace como 10 años a Poxipol,
todavía existe ese pedazo de tierra industrializado,
claro, porque uno ve a las construcciones
como si fueran la tierra misma, pero no.
Esa casa fue inabarcable
para mi imaginario de niño, o porque era
tan grande, me pensaba que no la podía abarcar,
la magia de la percepción de los primeros años,
lo desconocido se transforma en infinito,
y lo infinito en caos, porque no puede tener orden.
La cuestión es que en la cocina de Cándida
-no recuerdo ningún ambiente más, incluso
creo que nunca pasé a otra habitación,
también podría ser que orinara
sobre una montaña de tierra en el fondo-
había un tarro de lata con tapa a presión
y cada vez que iba a visitarla
-en realidad nunca fui solo,
siempre iba con la abuela Beba,
no sé cómo habría sido estar
a solas con Cándida-
ella estiraba la mano lenta
hasta el primer estante, donde estaba el tarro,
lo apoyaba en la mesa, y lo abría de esa forma
como solo pueden hacerlo las abuelas,
una mezcla de calma y bondad, de sencillez y paz.
Hace años que quiero recordar qué había
adentro del tarro, pero no puedo.
Quizás no sea eso lo importante.

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