viernes, enero 27, 2006

Diarios viejos

Jueves 6 de julio de 2004
por la tarde

Martini en mano. El bar que elegí está vacío. La puerta estaba cerrada y tuve que golpear el vidrio para que una señora de 60 años me abra. “Qué desea” me dijo. Pregunta extraña. “Tomar algo. Un Martini rosso con hielo”. Miró entre las botellas y me preguntó si era esa que tenía en su mano. Conteste que sí.
Le pregunté si el bar estaba todavía cerrado, como eran las siete de la tarde y no había nadie. “Está abierto desde las dos de la tarde”, contestó medio mal. “Ah...”
Los chicos todavía no llegaron.
Estoy sólo con la vieja. Es un escenario extraño, poco agradable.
Recién en el colectivo se me ocurrió una idea para una novela policial.
El personaje es un escritor desconocido.
(ahora entran tres personas para jugar al pool. La señora pregunta de vuelta “qué desean”)
Lo secuestran unos delincuentes. Todavía no sé si son analfabetos o ex policías que saben leer y escribir. Lo llevan a un aguantadero. El no sabe adónde es. Los tipos no son tan rudos, es más, son amables y tal vez tontos, torpes. Le preguntan de qué trabaja para ver cuánto pedir de rescate. El dice que es escritor, pero que no tiene dinero y que además está sólo en el mundo. Le preguntan que hacer con él si no tiene dinero. Responde que sólo sabe escribir y que esta profesión no le da dinero.
Lo tienen unos días secuestrado sin darle mucha importancia. Le piden que les cuente historias para divertirlos. Los tipos están todo el día al pedo.
De alguna forma, no sé si el escritor lo propone o son ellos, sale la idea de escribir un libro sobre un secuestro, basándose en un secuestro programado por estos tipos. Aceptan.
El escritor elige la forma de un diario, pero además hace anotaciones secretas en otro diario.
Los delincuentes le piden que los retrate como rudos, peligrosos, varoniles.
Se consuma el nuevo secuestro. Puede ser una mujer.
Al escritor lo tratan como un rey. Le preguntan qué quiere comer, tomar, tener, etc. Le ofrecen violarse a la mujer. No acepta. No la pasa mal ahí. Hasta se divierte con los tipos, igual no tiene nadie en la vida. Tal vez le guste la víctima.
Los secuestradores tardan un tiempo en contactarse con la familia de la mujer, para que la ansiedad de la familia sea mayor. Después llaman. También se textualiza la aparición del secuestro en los medios.
El escritor propone todo el tiempo que liberen a la mujer. No le hacen caso. La novela tiene el humor de Osvaldo Soriano.
A veces se quedan solos los dos secuestrados. Pero no escapan por miedo.
El final puede ser que el escritor y la mujer escapan, publican el libro y se casan.
Otro, que los secuestradores cobran el rescate, liberan a los dos, publican el libro y se llenan de dinero. El escritor continúa sólo y la mujer vuelve a su casa.
(los chicos todavía no llegan)
Otro final, los secuestradores cobran el rescate, los liberan y el escritor publica el libro.
Otro, que la policía intercede, los libera, se queda con el libro y ellos lo publican.
Otro, que el escritor muera y que un editor recopile todo y lo publique.
(los chicos ya deben estar por llegar. Mejor dejo de escribir porque me van a ver y van a preguntar. Voy a leer La ansiedad para pasar el tiempo. Chau.)

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(el primer y único capítulo de esas ideas desordenadas. Alberto es el escritor.)


I

Alzó la mirada y se deslumbró, como siempre, con la infinitud de las rectas. Estaba parado en medio de la calle y el desfiladero de los árboles costeando el infinito le pareció bello. Puso los brazos en alto, levantó su cuello en dirección al cielo y dejó que el viento le acaricie el rostro. Caminó así unos lentos pasos, dejándose llevar por el andar cansino de las nubes. Unas frescas gotas comenzaron a caer y se sintió rejuvenecido, nuevo. No le importaba en absoluto mojarse, la lluvia lo aliviaba, era como si él mismo cayera en picada desde lo alto.
Le costó volver en sí cuando las bocinas le anunciaron que la aventura había acabado y que las fantasías duran lo mismo que tarda un semáforo en volver a ponerse en verde.
Siguió caminando y la noche solitaria no le causaba temor. Disfrutaba de la soledad de la ciudad. Sintió deseo y se propuso andar hasta un club nocturno que bien conocía. La Joly era una hembra que le hacía perder el sueño y muchas veces la visitaba en la semana. Gastaba todo su dinero en ella, en cigarrillos, en whisky y el resto era para pagar los gastos del departamento. Casi no comía.
Como el lugar quedaba cerca no tardo tanto en llegar. En la puerta saludó al hombre de seguridad tocándose el sombrero negro que le daba un aire interesante. Parecía un detective de esos que aparecen en las novelas policiales. Esos que alguna vez tuvieron éxito y ahora se dedican a perseguir infidelidades. El sobretodo negro favorecía a esta impresión.
Ya adentro las luces y la música le molestaban un poco. Los sentidos se aturdían y con el primer whisky se aclimataba. El ritual era siempre el mismo: tomaba un par de copas y automáticamente, al pedir la tercera, la Joly aparecía como caída del cielo. Nunca le preguntó si era una norma del lugar o pura casualidad o una suerte de respeto de ella hacia él, ya que lo dejaba tomar en paz.
Esta noche la hembra estaba más fogosa que de costumbre. Sin hablarle, empezó a bailar delante de él. Se tocaba los pechos y se pasaba la lengua por los labios. Giraba y le mostraba el increíble culo que la hacía distinguirse del resto. El vestido negro era tan apretado y tan corto que cada rincón de su cuerpo se dejaba adivinar. Lentamente, se subía un poco el vestido y dejaba entrever sus nalgas musculosas. No parecía actuar. Todo le salía naturalmente. Se soltó el pelo y se sentó en las piernas de Alberto. El estaba quieto y disfrutaba del espectáculo. El corazón palpitaba fuerte y la sangre se dirigía hacia allí. Joly empezó a frotar sus nalgas en su pantalón. Giró la cabeza y con una mirada felina habló:
-Hola Dick Tracy. Hoy te me viniste disfrazado. En la pieza tengo un disfraz para mí. ¿Querés venir?
-¡Qué bienvenida!
- Es que tu disfraz me calienta. Terminá el whisky y venite a mi cuarto. Te espero.
Bailó unos segundos más delante de él, le besó la frente, le susurró algo en la oreja y desapareció entre la gente muy lentamente.
El último whisky era siempre el que más efecto le hacía. Lo terminó con calma, saboreándolo. El único hielo que quedaba en el vaso tenía forma de pez. Tenía un deseo animal, pero le gustaba prolongarlo. Igual sabía que al entrar en la pieza de la Joly la lujuria y la fusión de los cuerpos iba a calmar el fuego.
Se levantó y desandó el pasillo. Golpeó la puerta y abrió. En la cama estaba la hembra vestida de Gatúbela. Estaba sentada apoyando las manos y las rodillas, de espaldas a la puerta. El rostro, cubierto por un antifaz, estaba girado hacia atrás. Tenía una expresión animal. Con el dedo le indicó a Alberto que se dirigiera hacia ella. Le costó reaccionar al efecto que esa imagen había producido en su mente y de un salto llegó a la cama.
Un par de horas más tarde, tras el combate, se vistió y salió.

jueves, la noche

me encontré con laucha a la hora convenida. desandamos congreso de tucumán hasta crámer y nos subimos de un salto al 151. tomar colectivos en capital es toda una aventura: hay tantos que saber cual tomar en cada ocasión es un conocimiento preciado. Como laucha es de belgrano, supo sin problemas cual era el colectivo que nos llevaría a belleza y felicidad, donde tocaba pablo dacal y manuloop. Nuestra charla es siempre fluida, tenemos una conexión especial que nos permite ir y venir por los temas como por calles que se conectan al final de la calzada. Entonces, del tema A pasamos al B sin preámbulos y llegamos al C, y volvemos al A y saltamos al Z, salteándonos todos los otros que van a ir llegando solos, sin apuro. El viaje fue rápido, seguramente porque en enero buenos aires está sin tanta gente y los caminos son más benévolos. Bajamos del colectivo y caminamos hasta el lugar, que no conocíamos. Miramos para las cuatro esquinas y lo vimos: belleza y felicidad es, visto desde lejos, como una peluquería vieja, como esos locales con vidrios grandes que permiten ver el interior.

(veo que me estoy extendiendo mucho, y no tengo tiempo acá para seguir con el relato en este tono. Cambio por uno más rústico y directo y menos descriptivo)

hacía calor. Una cerveza vendría perfecto, combinamos. Caminamos unas cuadras buscando un lugar donde hacerlo y como si estuviéramos caminando en una cinta de moebius, volvimos al mismo lugar, enfrente de belleza y felicidad, donde hay una pizzería con mesas afuera. El barrio nos pareció exótico: muchos locales con ínfulas artisticas, muchos kioscos, un local de productos apícolas y la gente con un estilo especial. Como pasamos por varias verdulerías me tenté y compré lo que sería la cena: rúcula y tomates cherry. Laucha dijo: “qué compra rara, antes de ir a un recital comprando verduras. Sos medio raro vos. Mirá si te levantás una mina y te revisa la mochila y te ve la rúcula. Va a pensar que estás medio loco.”

(puta, hoy tengo ganas de narrar, no logro el tono más seco. A ver ahora.)

tomamos dos cervezas. Warsteiner y heineken. la gente comenzó a llegar. Con laucha jugamos a adivinar si las personas que pasaban por la esquina irían a ver el recital o no. Adiviné en todas: gané por goleada. El secreto era mirar la vestimenta y el estilo. Finalmente entramos. Había 4 habitaciones. La primera era el living de entrada, donde hicieron el recital. La segunda era como un pequeño pasillo que tenía un sus paredes cuadros colgados. Eran figuras de mujeres extrañas, algunas sin cabeza o con objetos que hacían de cabeza. Todas tenían una frase, por ejemplo, soy linda y simpatica, decía una mujer con un vestido colonial y con cabeza de maceta. El tercer cuarto era una especie de sala administrativa en la cual no entramos. La cuarta habitación, la más interesante, era una pequeña librería que tenía todos los títulos de las editoriales más independientes de buenos aires. Libros pequeños, ediciones raras, ediciones en fotocopia, etc. en una cajita había como diez libros que eran los más actuales, “lo que se lee ahora”, le dije a laucha y me dijo “¿cómo sabes?”. Después agarró un libro y leyó “pornosonetos”, “ah, de ramón paz”, le dije. Y así con otras cosas, con otros detalles que yo conocía y él se extrañaba.

(resumiendo, martín, resumiendo)

entonces empezó el recital, íntimo, con dacal en la guitarra y en la voz y manuloop en el violoncello. Hicieron música de salón, versiones, traducciones. La verdad que muy bueno. había como 50 personas, mucha gente para este tipo de eventos. Tocaron una versión del reino del revés y por primera vez le presté atención a la letra: es surrealista. Con laucha nos sorprendimos. Durante el recital tomamos tres cervezas más y cuando terminó nos quedamos dando unos rodeos por el lugar hasta que nos fuimos. Cuando fui a comprar más cerveza a la habitación cuatro, la chica que atendía, tras mi pedido de cerveza, me dijo: “tengo, pero no sé si te interesa a la temperatura en la que está”. La formulación de la frase me dejó medio perdido, pero le contesté que me interesaría fijarme si la temperatura me interesaba. No estaba muy fría, pero igual me interesé. Justo llegó otra chica que tuvo el mismo diálogo y le pregunté si le interesaba probar de la mía para saber si le interesaría comprar una. La probó y me dijo que no le interesaba. Con el lavarropas que me gané en la fiesta del trabajo y que convertí en ipod, grabé el recital. El sonido no es genial, pero se deja escuchar. Al que le interese, que lo pida.

(dale, el último párrafo)

para la vuelta el 19 fue el colectivo elegido, que nos dejó en el parque saavedra, a 5 cuadras de lo de mi abuela. lo atravesamos por el medio y llegamos. Mi abuela seguía despierta, a pesar de ya ser medianoche. El abuelo ya dormía. Saqué de la mochila las verduras, la abuela se encargó de cortarlas mientras yo las limpiaba y cenamos. Laucha se maravilló con el sabor de la rúcula. Nunca la había probado. Después, unas gelatinas y las deliciosas macitas de la abuela. como laucha vive a diez cuadras, lo despedí en la puerta y lo vi alejarse a pie, con un paso cansado, hasta que desapareció en la esquina.

miércoles, enero 25, 2006

principio

¿Qué es lo que me resulta beneficioso de este soporte de escritura, de este marco, de este diario? ¿Qué economía rige esta elección? Que tengo que enfrentarme a mí todos los días, que la hoja es un espejo en el cual me miro y no quiero ver el fracaso en mis facciones, que fracasar significaría ver mi triste reflejo de derrotado, que no podría escribir la vergüenza de perder tantas veces, de chocar hasta sangrar con la misma pared, que salvaguardar el proyecto es también salvar el diario y todo junto genera un campo de batalla en el que me tengo que mover estratégicamente para no ser vencido, que mi orgullo no se vea pisoteado de nuevo.

Viejo:

Esto no es una carta. Tampoco una confesión. Esto es literatura, pero tampoco. Tal vez sí. Es complicado. No sé.
Ni siquiera sé la intención que tiene, o quizás no la sé decir. Es una forma de pensarme, es una forma de acercarme a vos. Es tratar de mirarte y de ponerme en tu lugar, aunque ya estoy en tu lugar, ya estoy en vos, ya estoy desde vos, voy hacia vos, vengo de vos.
Tampoco sé si lo estoy escribiendo para dártelo, o para darme a mí una chance de entenderme. La posibilidad de salir de mí y comprender qué es lo que me pasa. ¿Me pasa algo?
Creo que si te entrego esta carta, esta confesión, en realidad no es ninguna de las dos cosas, pero de alguna manera hay que nombrarla, a tal vez no sea necesario, pero creo que sí, te va a sonar raro lo de matarte, te va a sonar raro todo. El problema es que no sé cómo explicarlo, el problema es que no sé qué quiero explicar.
Pero si te lo doy, pero si te la doy, trata de entender algo. Por que creo que algo estoy diciendo, que algo voy a decir. Que no son palabras sueltas y sin sentido, aunque lo parezcan, pero no encuentro la manera de expresar lo que no sé. Es complicado, es un caos.
Quizás esto sea una suerte de justificación; sé que no hablamos demasiado, sé que no te hablo y también sé que vos me hablas poco. Tal vez te pase lo mismo. Cuando me mirás, capaz que te ves, te ves mirándote, pero hacia atrás. Esto tampoco sé explicarlo, porque es tu mirada, pero lo puedo explicar porque también es mi mirada. Son mis ojos los que miran, son tus ojos los que te ven, pero sin espejo, simplemente apropiándose de los ojos del otro, que en realidad son de los dos.
Tampoco sé por qué te hago esta aclaración antes de que leas la otra parte, porque la otra parte es la misma. Las separa nada más que un espacio en blanco. O no. O ese espacio en blanco es parte de esto o de la otra parte, o los une, o las separa o es un silencio o es el momento en que nos miramos y nos vemos viéndonos. No sé.
Simplemente hay dos partes y en esta te aviso o trato de explicarte qué va a venir después y cómo tenés que leerlo. En realidad, termino diciéndote que no sé qué es lo que sigue ni cómo tenés que leerlo.
Tal vez no haya una forma de leerlo, tal vez no haya nada que leer. Tal vez nunca te dé esta confesión y no haya un sentido preciso en estas palabras.
¿Qué pensabas cuando veías al abuelo? ¿Te veías verte? ¿Ahora sos él? ¿Te pasaba lo mismo que a mí? ¿Qué me pasa? ¿Me pasa algo? ¿Al abuelo le pasaba lo mismo con el bisabuelo que nunca conocí? ¿Les pasa a mis hermanos? ¿Me pasa sólo a mí? ¿Me pasa algo?
Te avisé que era complicado, que no era fácil de entender, que ni yo lo entiendo. ¿O sí? Creo que no, pero puede ser.

noches de martes

el martes pasado y ayer mi hermano tocó en La cigale, que parece que los martes es su día y se llena. y claro, su fiel hermanito, yo, lo fue a ver y en ambas ocasiones tuvo que ir a trabajar al día siguiente, hoy, y sufrir las consecuencias de una noche de música electrónica, alcohol y escasas horas de sueño. el secreto está en tomar agua y agua, mi dijo papá una vez, para que la borrachera se vaya más rápido. entonces, si alguien me observara todo el tiempo, me vería levantándome de mi escritorio cada diez minutos yendo a recargar mi botellita de agua, caminando con la cabeza baja y con cara de trasnochado, pero sonriente de todas formas. el problema es que recién al tercer litro el líquido comienza a mostrar su efecto depurador y llenarse todo el tiempo el buche termina aburriendo. pero no es tan grave.

la sesión de mi hermano estuvo otra vez muy buena. es bastante movida. me gusta apoyarme en la barra y mirar cómo toca, cómo es la técnica de pasar los discos y mezclarlos, etc. como toda profesión tiene sus truquitos. pablo fue el único de mis amigos que se copó y fue. lo acompañaba una yankee muy graciosa. como decía todo el tiempo "yo", le expliqué que en español no hace falta nombrar todo el tiempo a la persona, que los verbos ya vienen con marca de sujeto. me hizo un par de objeciones pero se terminó convenciendo.

después fui a dormir a lo de la abuela, y como siempre, a la mañana el desayuno me esperaba en la mesa tras la ducha fresca. el abuelo es el encargado de hacer el jugo de naranja y la abuela es la responsable del café con leche y las tostadas, siempre en su justo punto crocante. como me sonó el celular les mostré como eran los mensajes de texto y el abuelo, en chiste, dijo que era tonto pretender que hernán le escribiera una carta con estas nuevas formas de comunicación. después, para que vean cómo es, les hice escuchar un poco de una sesión de hernán que tenía cargada en la heladera que me gané en la fiesta del trabajo y convertí en ipod.

y ahora todo un día por delante.

jueves, enero 19, 2006

unidos por la rúcula

Siempre me gustaron las verduras, pero desde hace casi un año, como decidí comer más sano para perder los kilos demás que la vida sedentaria se encargó de recolectar, empecé a probar nuevas variantes y nuevos sabores. En Ballester hay una verdulería muy buena que tiene una gran variedad y calidad. Almirante Brown y Prof. Aguer. Voy todos los días después del trabajo, de camino a casa. Los verduleros ya me conocen y me saludan con confianza. De entrada empecé a comprar las cosas que no conocía o que nunca me había detenido a paladear como se debía. Radicheta, berro, rúcula, tomates cherry, espinaca, distintas variantes de lechuga, palta, albahaca, brotes de soja, brotes de alfalfa.

Ayer pasé y compré mi combinación preferida: rúcula, tomates cherry y unas hojas enteras de albahaca. Como Hernán y su novia, Gaby, llegaron antes de ayer de Barcelona y venían a cenar, compré una cantidad mayor a lo habitual, ya que también estarían los abuelos y toda la familia. Cuando llegué a casa papá me dijo que le muestre a Hernán lo que tenía en la bolsa. Así lo hice y él y su novia se sorprendieron: estaban antojados de comer exactamente lo que yo había comprado. La casualidad me llamó mucho la atención y me alegró la coincidencia en el gusto.

Claro, todo lo que compré desapareció.

domingo, enero 15, 2006

villa general belgrano



es domingo y llueve

Debe ser porque es domingo. Y todos sabemos cómo llegan los domingos y adónde nos llevan. “tus besos eran mi faro”, canta Calamaro y se me encoje un poquito el pecho y se me nubla la vista. Debe ser porque es domingo. Y mientras, leo una nota al Cuino, quien le escribió muchas letras. Y me paseo por muchos discos de calamaro, que siempre son discos nuevos y se descubren nuevos temas, porque son discos largos y no siempre se le presta atención a los mismos temas. También algunos recitales viejos de mal sonido en los que nunca estuve, pero que las grabaciones piratas me los regalan. Es como recuperar un sueño que no se podía recordar. Y escucho una versión en vivo de contigo, el tema de sabina, cantado por la voz quebrada de calamaro y las notas de un piano afinado. “yo no quiero un amor civilizado”. “porque el amor cuando no muere, mata”. Ay.

(acá se lo regalo al que lo quiera escuchar)

Encima llueve. Debe ser porque llueve. Torrencialmente. La calle inundada arrastra la basura que se acumulaba en la calle. De chico era divertido tirar algo al río de lluvia y ver como se alejaba. O tirar dos cosas y ver cual llegaba más lejos, cual ganaba la carrera. Y empaparse, pero disfrutándolo. Ahora ya no. La niñez tiene que ver más con la acción, la experimentación. Ahora en la adolescencia (o adultez, ¿qué se es con 24 años?) las cosas tienen más que ver con la contemplación o la reflexión. Nada de mojarse.

Pero más que nada debe ser porque es domingo. Y encima llueve.

jueves, enero 12, 2006

estatuas

Una vez
Escribí un poema
Que decía que las letras
Eran estatuas
Porque se acomodan y se quedan.

miércoles, enero 11, 2006

fría, la distancia

fría, la distancia
nos dejó más lejos de
lo previsto.

separados por un portal
de acero cromado
infranqueable.

pálida, una sombra
oscura, otra sombra
la comunión de ambas
escarba y llega al agua.

agua podrida tomar no
y el chapuzon tiñe de negro
ocre y manchas oscuras.

escondidos en la suciedad
no hablamos ni sentimos
es todo polvo, olvido.

y después el viento
se lleva los cuerpos inertes
tambalear en el remolino
marea.

la magia o el perfume

¿Fue la magia o fue el perfume? -me pregunté mientras olía mis manos en la mañana que siguió al encuentro que tuvimos. ¿Fue la magia de tus ojos, ese puente de luces que rebotaban en un movimiento circular? ¿O fue el perfume de tu boca, dulce fragancia exótica que liviana se desplaza por el aire y adorna postales?

fin de semana

como mamá, papá y las nenas estaban en villa gral belgrano, y flopy cumplía años el domingo, fui a visitarlos. pacho y pablo vinieron conmigo. salir el viernes a la noche y volver el domingo a la noche, yendo a trabajar directamente el lunes por la mañana. en córdoba no cayó una gota de lluvia y el tiempo nos permitió estar en la pileta, tomar sol, caminar. el sábado a la noche cenamos en un restaurant alemán para festejar los 13 años de flopy. costillitas, salchichas, lomo, puré de manzana, chucrut, cerveza tirada, champagne. más tarde, nos encontramos con mariela y karen y fuimos a un bar a seguir tomando y terminamos la noche al pie de un arroyito escondido. el agua que caia y chocaba contra las piedras hacía un sonido adormecedor y amigable. la noche y sus silencios. los silencios de la noche. volver al hotel por las calles desiertas de la madrugada. todos dormían, el pueblo dormía. nosotros no. el domingo fuimos a las cabañas del papá de karen, las violetas, y nos quedamos encantados con el lugar. alejado del centro, rodeado de sierras, árboles, bosque, arroyo, pileta, paz. a la noche, la vuelta en micros retrasados y un sueño profundo que duró casi todo el viaje. llegar a la oficina renovado, con un leve acento cordoobés.

viernes, enero 06, 2006

mora

La página en blanco
Otra vez
Se complace de su albor
Y empaña las palabras
En el brillo pálido.
Amor muta mora
Amor se desdibuja.
Amor muta mora.